lunes, 27 de diciembre de 2010

LA LEGITIMIDAD DEMOCRATICA

Pierre Rosenvallon, catedrático de Historia Moderna y Contemporánea de la Política en el Collége de France, reflexiona en esta obra sobre la doble legitimidad de la democracia, la de las urnas y la de la administración o servicio público, así como sobre la evolución de los conceptos . Diferencia entre la democracia como régimen y la democracia como forma de gobierno y estudia la evolución y crisis moderna de la democracia y de algunos de sus mitos fundacionales, como la identificación de la mayoría de apoyos con la unanimidad.


Uno de los capítulos más interesantes está dedicado a la legitimación de las autoridades independientes, organismos reguladores y similares, cuyo número y funciones crecen incesantemente en nuestra sociedad. También el capítulo dedicado a la legitimidad de los jueces y a los riesgos de introducir un carácter electivo, son minuciosamente analizados, comparando fundamentalmente los sistemas de Estados Unidos y Francia.


En el ámbito del gobierno, analiza la evolución reciente hacia la proximidad y la presencia, como sustitutos del mandato electoral, expresados en el carácter mediático y aún de espectáculo, de la vida pública, acentuado por Internet y en la necesidad de la respuesta permanente.


Superado el viejo sistema de separación de poderes, ejecutivo, legislativo y judicial, se va instaurando un sistema de control por la sociedad civil, todavía por consolidar y racionalizar, pero que el autor considera estructurado en torno a tres ejes: la desconfianza ciudadana como contrapunto a la confianza electoral; el papel de los organismos de democracia indirecta, autoridades reguladoras, Tribunal Constitucional y similares; y el imperativo de conducta democrática de los gobernantes.


El autor recuerda la creciente desafección de los ciudadanos hacia la política como expresión del conflicto social, y las pésimas valoraciones que en todos los países tienen las instituciones propiamente políticas, como las Cámaras, frente a las unipersonales, concluyendo que la democracia debe ser abordada en su complejidad: régimen, gobierno, pero también comunidad.


Se trata de un libro denso, académico, de conceptos, aunque con muchos análisis sugerentes sobre el estado actual de la legitimación democrática.

jueves, 23 de diciembre de 2010

LA DERROTA DE LA IZQUIERDA

Razones que explican la sucesión de derrotas que en Europa sufren los partidos socialdemócratas y claves para la recuperación de la confianza de los ciudadanos. En:


XORNAL DE GALICIA

martes, 21 de diciembre de 2010

ALGO VA MAL


Es el título de la obra póstuma de Tony Judt, el gran historiador del siglo XX, que aquí realiza una defensa encendida aunque crítica, de la socialdemocracia moderna, la única izquierda real tras la desaparición del comunismo.


Judt repasa la aportación decisiva de la izquierda, durante la primera mitad del siglo pasado, a la construcción de los modernos Estados europeos,basados en la protección social, la capacidad reguladora de la economía y los servicios, así como en la reducción de las desigualdades. El conocimiento profundo de Judt sobre las sociedades americanas y europeas, ha sido profesor a ambos lados del Atlántico, le lleva a hacer una crítica dura de las posiciones ultraliberales pero también de quienes considera enterradores de la socialdemocracia: Blair, Brown, Clinton.


La idea central del libro es el giro que adopta la izquierda a partir de 1960, con la irrupción de nuevas generaciones nacidas en las sociedades de bienestar ya consolidadas y huérfanas de los referentes históricos, guerras mundiales incluidas, que tanto habían pesado en el anterior impulso político. La aparición de nuevos valores, individualismo, auge de lo privado, junto a la asunción de objetivos especializados en detrimento de discursos globales, habría influido en la deriva de los partidos socialdemócratas hacia la aceptación irrestricta de algunas posiciones de origen conservador, como la censura al Estado regulador o la aceptación de los mercados globales.


A partir de 1980, con Reagan y Thatcher, el neoconservadurismo ha impulsado la desregulación, la privatización de los servicios públicos y la reducción del Estado, como ejes, se decía, para la creación de riqueza. La izquierda ha aceptado ese discurso y se ha entregado a las mismas prácticas. La progresiva dificultad de explicar esas políticas a las generaciones actuales, explicaría la desafección creciente y generalizada del electorado europeo.


La llegada de la crisis, producto de esas prácticas, ha demostrado que el Estado sigue siendo la instancia necesaria para salvar al capitalismo de sus propios errores, al precio de transferir al sector público las pérdidas del sector privado.


Judt insiste en la política como una conversación pública imbuida de ética. Defiende la necesidad de discursos globales que orienten a los ciudadanos sobre los dilemas morales presentes en las decisiones políticas. También defiende mayor participación de la sociedad y menor burocratización de la vida pública. Considerando que la lucha contra las desigualdades sigue siendo la mayor diferencia entre izquierda y derecha, aboga por la socialdemocracia como la mejor opción posible para la mayor parte de las personas.


Los argumentos incluyen referencias a muchas políticas de las últimas décadas sí como pocos pero escogidos datos demostrativos. Judt reflexiona a contracorriente, es obvio, pero con propuestas frescas y estimulantes, sorprendentes en quien las dictó cuando era consciente de su próximo final.


Otras obras suyas, de carácter académico pero con un pensamiento innovador, son: “Olvidado siglo XX” y “Sobre la posguerra”, todas en Taurus.

domingo, 12 de diciembre de 2010

PREMIO NOBEL A UN ESCRITOR POLITICO



Desaparecidos los intelectuales como grupo visible en la sociedad, Mario Vargas Llosa podría parecer anacrónico. Cuando el pensamiento blando impera, el relativismo cultural hace estragos y lo políticamente correcto se adueña de las universidades, un escritor profesional, con frecuentes incursiones en el periodismo político y que nunca desdeña expresar su opinión, es, al menos, una rareza.


Y lo cierto es que Vargas Llosa lleva medio siglo haciendo magnífica literatura y también cultivando otros géneros, entre ellos el periodismo. Si de entre sus novelas algunas han alcanzado la excelencia , ( como las primeras: “La ciudad y los perros”, “La casa verde”, “Conversación en La Catedral”), otras tratan sobre aspectos de la sociedad peruana (“Historia de Mayta”, “¿Quién mató a Palomino Molero?”), o conflictos de otras latitudes (“La fiesta del chivo, “La guerra del fin del mundo”, “El sueño del celta”), también sus ensayos de crítica literaria son apasionantes (sobre Tirant lo Blanc, Flaubert, García Márquez, Víctor Hugo y otros). De igual forma sus reportajes periodísticos sobre el conflicto de Oriente Medio o sobre Latinoamérica.


Su defensa apasionada de la democracia y por tanto el rechazo absoluto a las fórmulas alternativas le ha llevado a analizar y censurar realidades políticas como el caudillismo, el indigenismo y el nacionalismo. Su oposición muy temprana a la dictadura castrista y sus frecuentes críticas a gobernantes como Chávez o Morales, le depararon una imagen de escaso aprecio en el espectro político de la izquierda. Vargas ha sido especialmente crítico con la visión paternalista de aquellos europeos defensores de soluciones no democráticas para otros países cuando en su lugar de residencia disfrutan del Estado democrático y protector.


Pero el ejemplo de ese compromiso intelectual no es menor. Opinar es arriesgar y hacerlo en defensa de las propias convicciones, muchas veces en minoría, ennoblece al autor más que cualquiera de los muchos premios recibidos.

sábado, 27 de noviembre de 2010

CALIDAD DE LA DEMOCRACIA EN ESPAÑA

Bajo ese título un equipo de investigadores sociales (Gómez Fortes, Palacios, Pérez Yruela, Vargas Machuca) ha publicado en Ariel los resultados de una investigación mediante encuestas, sobre la valoración que los ciudadanos hacen de la democracia española. Se trata de la primera investigación de esas características y sus datos están en la línea de estudios realizados por el CIS y otros.

Los resultados están agrupados en cinco rúbricas, en tres de las cuales la valoración ciudadana no alcanza el 5 sobre 10.

La mejor calificación es otorgada a la legitimidad de la democracia con un 6´5. Hasta el 80% de los ciudadanos reconocen que es la opción de gobierno preferible, aunque sólo el 39% muestran satisfacción con el funcionamiento, siendo reseñable que esa variable mejora con la edad y con el nivel de estudios. Además el 49% creen que favorece la redistribución de la riqueza.

Le sigue en calificación, con un 5´8, la capacidad efectiva de gobierno para lograr los objetivos.El 62% valora la cohesión territorial y el 83% la igualdad de trato ante la Administración. Si bien se considera que la eficacia de los empleados públicos es baja y sólo el 53% creen que vale la pena quejarse. Los ciudadanos atribuyen mayor eficacia a los ayuntamientos que a las Comunidades Autónomas y a éstas más que al Gobierno central, aunque las diferencias entre unas y otras son mínimas. En general la confianza en el Gobierno central es menor que en las CC.AA. Pero cuando se pregunta por políticas concretas, las valoraciones son muy distintas. El 50% muestran satisfacción con la sanidad y el 47% con la limpieza, pero la satisfacción con los servicios de empleo o de seguridad baja al 24% y con los servicios de vivienda al 6%.

El Estado de Derecho recibe una puntuación global del 4´7%, con resultados contundentes. Así existe la elevada percepción de que la justicia no trata igual a los ciudadanos comunes que a los poderosos (78% para el caso de los ricos, 82% para el caso de los políticos). Además un 56% cree que es mejor evitar los litigios. Lo que no contradice la consideración general de confianza en los tribunales y en el cumplimiento de la Constitución. Respecto a otras instituciones especializadas en la garantía de derechos, la confianza en el Tribunal Constitucional es del 48%, pero sólo del 24% en el Defensor del Pueblo. La transparencia de la Administración es valorada por el 53%. En cuanto a la ausencia de corrupción en la Administración, recibe una valoración elevadísima, 9´81, congruente con un 96% de ciudadanos que consideran que no existen prácticas clientelares en la selección de empleados públicos. Respecto a la capacidad para detectar la corrupción, el 59% de los ciudadanos consideran que no existe. En cuanto a la corrupción de los políticos, el 43% opina que es mayor que en el resto de la sociedad y el 48% que es igual.

También recibe un suspenso la representación politica, con una media de 4´4 puntos. Los ciudadanos matizan cuidadosamente. Así los partidos gozan de una alta legitimidad, un 75%, pero también se confía poco en su actividad, un 4 sobre 10, y en su preocupación por los intereses generales, pues un 68% considera que los políticos se preocupan sólo por sus propios intereses. Anotemos que son valores comunes a otros países europeos. Sólo un 36% considera que los partidos eligen a sus candidatos por procedimientos democráticos, y sólo un 32% cree en la libertad de expresión interna. La idea de clientelismo político está generalizada, pues el 46% cree que los afiliados al partido gobernante reciben mejor trato de la Administración. Por otra parte el 69% cree que las propuestas de los partidos son similares frente al 21% que las considera diferenciadas. Se considera que existen suficientes partidos y que el sistema electoral perjudica a los partidos pequeños. La capacidad para atribuir políticas concretas a la Administración correspondiente la demuestran el 68% de los ciudadanos, con mayores aciertos en las políticas más conocidas como la sanidad. Por otra parte el 47% de los ciudadanos considera que los partidos políticos no son receptivos a las demandas ciudadanas y que los gobernantes no rinden cuentas. Así sólo el 13% considera que los Presidentes de Gobierno explican lo que hacen, porcentaje que baja al 9´5% para los presidentes autonómicos y al 7% para los diputados. En coherencia, el 58% considera que las decisiones de los gobiernos no son transparentes. El 33% considera que las listas cerradas son antidemocráticas, y nada menos que el 45% no tiene opinión formada lo que ayuda a explicar el bajo interés por la política, medido en otras encuestas. Respecto a la capacidad de la oposición para controlar al gobierno, recibe una valoración muy baja, inferior al 30%.

Finalmente la sociedad civil recibe una media ponderada de 4´3 puntos. Coexisten un elevado nivel de información con un bajo nivel de capacidad crítica y una amplia tolerancia con un bajo nivel de participación política y de asociacionismo. Sólo un 12% de los ciudadanos participan en movimientos asociativos en algun momento de su vida. Es notable la baja confianza social: sólo el 32% cree que se puede confiar en la mayoría de las personas. Respecto a los medios de comunicación, la mitad de la población considera que tienen capacidad para controlar el gobierno, mientras que pocos, el 12% cree que los ciudadanos puedan controlar al gobierno.

domingo, 31 de octubre de 2010

ECONOMÍA CORUÑESA

Reflexiones sobre la economía local tras la fusión de las cajas de ahorro en:

jueves, 28 de octubre de 2010

CAIXA GALICIA Y CORUÑA

La fusión de las cajas de ahorro gallegas desde una perspectiva local arroja un saldo negativo ya que desaparece una de las principales empresas coruñesas.



martes, 26 de octubre de 2010

CORUÑA:OCASO DE LOS DIOSES O ESPERANZA

Crisis económica, orquesta sinfónica y modelo de ciudad en:


jueves, 14 de octubre de 2010

viernes, 24 de septiembre de 2010

CASARES QUIROGA

La Fundación Casares Quiroga, que honra la memoria de quien fue líder indiscutible del republicanismo gallego, luego Presidente del Gobierno y ministro con Azaña, ha dedicado unas jornadas a repasar su ideario y su contexto sociopolítico.

Aunque han tenido escaso eco mediático, las conferencias han sido notables y los hechos analizados incontestables. Es ir contra corriente, pero los grandes partidos de la época fueron el republicanismo, con distintas formaciones, y el socialismo. Además la CNT como fuerza determinante en el ámbito laboral. Otros no estaban o llegaron tarde, lo cual naturalmente no les resta valor, solo los restituye a su realidad.

Por otra parte la ORGA, como Acción Republicana, Izquierda Republicana y otros, tuvieron la idea clara de la modernización de España y a su impulso se debe la Constitución de 1931 con sus valores laicos, progresistas y autonomistas. Como claro reconocimiento de su importancia, Casares y Manuel Azaña fueron execrados por el franquismo hasta límites grotescos.

La democracia no ha hecho justicia a los republicanos, ni siquiera simbólicamente. La Ley de la Memoria Histórica tampoco ha mejorado sustancialmente el conocimiento y respeto por las figuras imprescindibles para comprender la evolución de la República.

Al final se debe a una Fundación privada el impulso del conocimiento y la rehabilitación no emotiva sino razonada. Y también al Ayuntamiento de Coruña, que rescató, rehabilitó y puso en funcionamiento la Casa-Museo de Casares Quiroga, además de dedicarle un monumento, exposiciones y distintos estudios.Y a una tercera entidad, ARGA, Ateneo Republicano de Galicia, que ha sido gestora principal del rescate del olvido interesado, de la República, de sus hombres y mujeres más destacados, de sus logros y de su legado.

El republicanismo hoy no tiene espacio político, si éste se acota a la política partidaria y electoral. Pero sí lo tiene en el ámbito de las ideas, en la definición de los valores de una sociedad moderna, en la defensa de unas prácticas basadas en los principios de la Declaración de los Derechos del Hombre. Los modernos teóricos de la democracia así lo vienen defendiendo.

Un pensamiento de ese tipo, elaborado, transversal, podría ofrecer un marco político de amplio espectro a las diferentes opciones partidarias. Estas, más orientadas a lo contingente, a la gobernación, no pueden al mismo tiempo elaborar marcos de ideas acordes con la evolución de la sociedad.

Como en tantos ámbitos, el vacío existe, la necesidad también. Faltan las iniciativas de la sociedad civil. Con pocos medios y mucha inteligencia, así se ha hecho estos días en Coruña.












jueves, 26 de agosto de 2010

MORIR EN AFGANISTAN

La reciente muerte de dos oficiales de la Guardia Civil y un civil mientras impartían formación a la policía afgana, ha recordado a la sociedad española que en ese lejano país y bajo condiciones no muy bien conocidas, ciudadanos españoles (militares, guardias civiles, cooperantes) trabajan en condiciones de elevado riesgo para sus vidas.

De inmediato ha surgido el clamor de algunos grupos políticos y bastantes medios de comunicación cuestionando la continuidad de la misión allí desempeñada. Una encuesta reciente eleva a más del 60% de los españoles, la cifra de pesimistas ante esa situación, habiéndose producido un visible deterioro con respecto a encuestas anteriores. Probablemente la ausencia de resultados visibles, y ya hace una década de la caída del régimen talibán, influye en esa negativa percepción.

Si la percepción es mala en España, en Afganistán debe ser muy preocupante, pues nada menos que la cuarta parte de las víctimas de esa especie de guerra civil continuada son civiles afganos. El Presidente Obama, consciente del deterioro de la situación, ha fijado ya fecha para el traspaso de las funciones de seguridad al ejército y policía afganos. No obstante, según informes recientes, solo el 2% de ese ejército de nueva planta es autosuficiente en términos militares, lo que cuestiona cualquier calendario precipitado.

De otra parte la ausencia del Estado en gran parte del territorio, el escaso prestigio de su Presidente, la corrupción generalizada, el impulso de la producción de opio (más del 90% de la producción mundial) y la capacidad de la guerrilla talibán para ocupar el territorio, hacen incierto el final del conflicto. Si bien la guerrilla no podrá ganar en términos militares, la ocupación por si sola no puede eliminar aquella, amparada en sus raíces culturales, étnicas y religiosas. De ahí que en la reciente Conferencia de Londres, celebrada la pasada primavera se hayan aprobado programas de reinserción de combatientes y que distintas voces cualificadas reclamen ahora conversaciones con los dirigentes talibanes para explorar vías de estabilización.

Para acabar de complicar el escenario los más de 80000 militares extranjeros, se agrupan en dos formaciones con objetivos y estrategias diferentes. La operación Libertad Duradera, norteamericana fundamentalmente, que combate la insurgencia. La operación ISAF, bajo mandato de la OTAN, se ocupa de la seguridad, la reconstrucción y el desarrollo, con un claro enfoque político. Además un comité internacional supervisa la ayuda financiera fijada en las seis conferencias de donantes habidas hasta hoy. Obvio es señalar que un contingente militar de esas características no es una ONG, sino que cubre un espectro distinto de objetivos y está dotado de la fuerza acorde con la naturaleza de su misión.

A partir de esos datos, la política. La renuencia de la sociedad española, desde hace siglos, hacia la política exterior, no ha facilitado el claro conocimiento de los intereses comprometidos en Afganistán y que afectan a la seguridad de España, en la misma medida en que nuestra economía tampoco puede sustraerse a la globalización. Por eso el debate sobre la presencia del contingente español no puede plantearse de forma reduccionista, ¿qué hacemos allí?, sino en su complejidad. Porque la política exterior no puede basarse exclusivamente en la dialéctica gobierno-oposición, sino en el análisis de los intereses geo-estratégicos de nuestro país, de más largo recorrido que el calendario electoral.

Será en los momentos difíciles, cuando faltan las explicaciones suficientes ante el drama humano de las familias de los fallecidos y de quienes allí están destinados, cuando el debate político tendrá que elevar el nivel, explicando que estar en el mundo exterior tiene beneficios, pero también riesgos, que el aislacionismo no es posible y que la barbarie debe ser combatida contando con el apoyo de la población que la sufre directamente

miércoles, 18 de agosto de 2010

IDEAS O PERSONAS

En la vida política es un lugar común afirmar que se quieren debates de ideas y no sobre personas. La realidad es exactamente la contraria. El debate de ideas ha sido tácitamente desterrado y solo cuando se eligen personas, se producen posicionamientos. Durante los primeros años del desarrollo constitucional, los debates de ideas eran frecuentes, por cuanto se trataba de regular los derechos civiles, y políticos, construir los modernos servicios públicos y reorganizar el Estado, mediante la creación de las Comunidades Autónomas y la posterior transferencia de competencias.


En la actualidad la política está mediatizada por la gestión y la comunicación. Siendo necesario transmitir mensajes sencillos, de contenido no conflictivo y que representen al mayor número de ciudadanos, quedan excluidos los discursos complejos o las tomas de posición que puedan considerarse minoritarias. De hecho los debates se producen actualmente en otros foros: académicos, profesionales, ocasionalmente periodísticos. La transformación de las Cámaras Legislativas en extensiones del Ejecutivo actúa en la misma dirección. La mayoría se limita a defender al Gobierno y la minoría a criticarlo en todo momento.


Así se puede ver algo tan sorprendente como la posición del Sr. Rajoy, quien aspira a lograr la Presidencia del Gobierno sin haber expuesto una sola idea innovadora. Función crítica toda y en todo, proposiciones constructivas nunca. Y como la crítica no admite excepciones se llega al esperpento de la posición popular en Melilla, atizando irresponsablemente problemas puntuales pero que entrañan graves riesgos para la política exterior. O el cinismo, que informa de los valores morales, en el asunto Camps-Gürtel.


O el falso debate sobre la fusión de las cajas de ahorro gallegas. Hurtadas las cifras, despreciados los análisis de fondo, Núñez Feijoo plantea la fusión como un acto de galleguismo. Así se aprueba atropelladamente una ley, luego recurrida y al final ignorada por los protagonistas que optan por el liderazgo del Banco de España. Ahora se modificará de nuevo la ley para adaptarla a la realidad fraguada al margen de aquel tramposo debate. Por el camino la presunta galleguidad ha deparado hechos tan contradictorios como la venta de las participaciones de las cajas en empresas como R o Reganosa, en ambos casos con la pérdida de la mayoría de control por el accionariado gallego.


Obviado el debate de ideas, ¿superadas las ideologías?, transformados los partidos políticos en estructuras electorales, no es extraña la desafección ciudadana. Si los programas electorales, tan genéricos, con tan pocas diferencias entre si, son difíciles de discernir, solo quedan los valores, las tradiciones asociadas a cada grupo político. El valor de la marca al que se suma el de los líderes. Por eso el verdadero debate se da sobre las personas.


El último ejemplo, las primarias de Madrid. Sin duda dos magníficos candidatos pero sin diferencias entre si respecto al gobierno autonómico de Madrid. Algo de lo que no se habla por cierto. Mientras, se recuentan apoyos, se miden índices en las encuestas, popularidad, simpatía, etc. Podrá pensarse que al final es irrelevante quien resulte elegido, pues en ambos casos será el Partido Socialista. Y así es, si tenemos las personas, ¿a quien importan las ideas?.

jueves, 5 de agosto de 2010

PACTOS: NO SIEMPRE

http://www.lavozdegalicia.es/galicia/2010/08/05/0003_8650678.htm

Entrevista sobre la necesidad de evitar un pacto global con el nacionalismo

martes, 3 de agosto de 2010

EL BLOQUE ES CONSECUENTE


En el diario,
,xornal de galicia
un antiguo Conselleiro del BNG, realiza un conjunto de afirmaciones ácidas, no sé si críticas, sobre los dirigentes del Partido Socialista que lo acompañaron, y le permitieron con su apoyo, ejercer como miembro de un
gobierno de Galicia.

Sus afirmaciones han motivado algunas reacciones críticas, pero creo que debemos valorarlas literalmente pues aportan una reflexión inteligente sobre el gabinete Touriño, lo que no excluye otros calificativos.

El Bloque descubrió hace mucho tiempo que puede elevar el precio de su apoyo hasta niveles difíciles de soportar por el PSdeG-PSOE. La Xunta presidida por Touriño fue un verdadero master en ese aprendizaje. Lo cual no es novedad pues en cualquier alianza sin alternativa posible, el socio menor sabe del valor de su apoyo. Cuando hay alternativa ese valor debe ser comparado con el que ofrecen otras combinaciones de gobierno. Es un problema básico de coste-beneficio. En la situación descrita frente a un coste elevado, el beneficio es mucho mayor y de rechazar el coste, la pérdida puede llegar a ser total.

Por eso F. Blanco, más directo y menos ambiguo que otros de sus pares, lo dice con claridad.Afirma que Touriño era insufrible, porque soportaba la presión hasta el último minuto posible, para luego ceder en aras de la gobernabilidad. De no ser así, el BNG aún elevaría más el listón de sus exigencias. Recordemos: Estatuto de Autonomía, (in)dependencia, transporte 061, SEAGA, eólicas, decreto de vivienda, asuntos de cultura, y un largo etcétera que muchas veces no llegó a conocimiento público. Por no hablar de las presiones ante votaciones parlamentarias, de nuevo resueltas casi siempre en el último minuto. Y por encima, zaheridos de continuo en las declaraciones del BNG.

Tal vez, con la larga experiencia de cohabitación en los municipios y ahora en la Xunta, deberíamos de comenzar a reflexionar sobre la forma de reducir el coste de la alianza con el nacionalismo. Una posible fórmula sería mantener como objetivo la consecución de la lista mayoritaria, donde la alianza es inevitable para el BNG pero no necesaria para el PSdeG. Para lograr ese objetivo es necesario abordar la relación con el nacionalismo desde una postura más crítica y al tiempo hacer valer pública y electoralmente el valor de la lista más votada. En España no es admisible que gobierne la lista menos votada, por mucha aritmética parlamentaria que se utilice. Quizás haya llegado el momento de revisar el objetivo de gobierno en autonómicas y municipales.


miércoles, 7 de julio de 2010

PROHIBIDO PROHIBIR

Así rezaba una de las más felices consignas de la contestación francesa del 68. Cuánta claridad conceptual en solo dos vocablos. Porque ¿en nombre de qué principios universales se puede prohibir? ¿De los religiosos en una sociedad laica? ¿De los derechos humanos, código penal en mano? ¿De las costumbres eurocéntricas? Especialmente en asuntos de convivencia, de conductas privadas, los valores morales distan de ser universales.

Prohibir es un acto de poder, de autoridad. Prohibe quien puede y a quien no puede. Ese ejercicio de dominación, bien estudiado por Foucault, (http://www.michel-foucault.com/ )suele estar atemperado por el imperio de la ley, pero no siempre. Stuart Mill ya escribió sobre la tiranía de la mayoría contra la que hay que estar en guardia. (en "Sobre la libertad")

Los velos islámicos están produciendo una curiosa persecución en España. En nombre de principios pretendidamente modernos, se expulsa a una estudiante de un Instituto, se prohibe el acceso al espacio público en varias ciudades e incluso los próceres de las Cortes Generales comienzan a interesarse por un fenómeno tan exótico en la sociedad española.

La historia reciente nos permite recordar que en las conductas privadas la represión no elimina las conductas, solo las oculta. Así ha pasado con el uso de drogas, la prostitución o las conductas sexuales distintas, contra las que el Derecho Penal se ha utilizado durante décadas para hoy devenir en la abierta normalización de casi todas ellas.

¿Pues qué hacer con quienes conculcan esas normas pretendidamente morales? ¿Impedirles el ejercicio de otros derechos? ¿Encarcelarlas, multarlas, someterlas a un nuevo sambenito? La Inquisición entre nosotros tuvo larga vida, más de tres siglos. Pero también el pensamiento progresista puede ser muy intolerante, cuando olvida los principios de la libertad. De nuevo Stuart Mill nos dice que “sobre sí mismo, sobre su propio cuerpo y espíritu, el individuo es soberano”.

Porque no se trata de las prendas islámicas, sino de las costumbres sociales. Así los adolescentes con su indumentaria reveladora de tendencias, modas y desafíos, son objeto de interminables debates sobre la conveniencia de disciplinarlos en los Institutos, mediante normas de vestuario, uniformes y otras medidas. Vanas medidas cosméticas para afrontar el problema de fondo, la contestación creciente ante la difícil asunción de las ventajas de la educación obligatoria, en un contexto de declive de la autoridad familiar, docente y social.

Frente a la prohibición, tolerancia. Las sociedades tolerantes no aislan, integran. Mediante los instrumentos propios: respeto a la diferencia, orientación a la resolución de conflictos, consulta sistemática a los interesados.El problema no es como visten, sino como se expresan. Si lo primero es cultural, la libertad de expresión es la esencia de la libertad. Crear las condiciones para la libre expresión es compatible con muchas conductas individuales, pero exige más trabajo que la mera prohibición. Y si estamos seguros de que las personas con plena consciencia de sus derechos y libertades, eligen tatuarse, incorporar adornos en distintos lugares de su cuerpo, desvestirse un poco o cubrirse mucho ¿cuál es el problema?

viernes, 25 de junio de 2010

ETICA

LA NECESARIA ETICA PUBLICA

A finales de 2009 la Fiscalía General del Estado informaba sobre 700 procedimientos en curso por presuntos casos de corrupción política. De entre las decenas de miles de personas vinculadas a la política, como cargos electos o dirigentes de la Administración, el porcentaje es mínimo, pero llamativo.

En un conocido ensayo sobre el político profesional, Max Weber disecciona las motivaciones de los dirigentes y de los seguidores, la lógica de los aparatos partidarios y las formas de ejercicio del poder. La caracterización es muy negativa : el político opera con una lógica de responsabilidad para conseguir un objetivo, no de acuerdo con las convicciones. Así los principios morales con frecuencia son abandonados u orillados para la consecución de los objetivos. De ahí que la opinión pública sea en todos los países, muy crítica con los políticos, tan imprescindibles como despreciados. Manejar diariamente ambiciones e intereses humanos, utilizandolos como arma, deja huellas.

No es algo inevitable. Cuando un político elige preferentemente las acusaciones de trazo grueso , las descalificaciones personales, la apelación a los jueces, la transformación de lo singular en causa general, deja al mismo tiempo de atender a los intereses generales, de convencer con argumentos y ejemplos, renuncia a los elementos principales de la acción política: la palabra, el discurso, la convicción. La política debe tender al debate de lo general, de lo común y superar la confrontación personal, tan inútil como desasosegante.

¿Por qué aflora ahora la corrupción con tanta fuerza? Una sociedad avanzada, con acceso a múltiples fuentes de información, tolera menos la impunidad. Sin embargo en el ámbito político la corrupción es juzgada como un hecho personal, no estructural, como una consecuencia indeseable de la propia acción política. Las medidas propuestas para combatirla son escasas y algunas inútiles, como la publicación de los patrimonios, de cuya lectura surgen no pocas sorpresas. Entre las normas más interesantes promovidas en España figuran dos Leyes, de Transparencia y de Subvenciones, ambas de la Xunta anterior, que con modestia pero también con firmeza, han reducido la discrecionalidad del Ejecutivo.

Es difícil que los partidos se reformen a si mismos. Pero debería existir alguna instancia independiente, un Comité de Etica Política, que promoviese normas legales y dictase recomendaciones a seguir frente a los distintos casos, imputados penales, condenados, incursos en irregularidades administrativas, o protagonistas de hechos incompatibles con la dignidad del ejercicio de un cargo público.


viernes, 21 de mayo de 2010

DESHONESTIDADE

A medio dun programa, ABALAR, cofinanciado polo Ministerio de Educación e a Xunta, vaise dotar con ordenadores individuais a tódolos estudiantes de 5º de Primaria e 1º de Secundaria, no marco dun programa estatal que tenta implantar definitivamente as tecnoloxías da información no ensino.

En Galicia, por insuficiencia de fondos, pérdese un 20% do orzamento. A distribución efectuada e sorprendente pero na área metropolitana de Coruña chega a cotas de discriminación sorprendentes.Vexamos os datos:


NUMERO DE CENTROS ESCOLARES

CENTROS PUBLICOS

RECIBEN EQUIPAMENTO

CENTROS PRIVADOS

RECIBEN EQUIPAMENTO

CORUÑA

40 (25 e. primaria, 15 e. secundaria)

6 (1 primaria, 5 secundaria)

18

11

ARTEIXO

6

1

-

-

CAMBRE

7

2

-

-

CULLEREDO

7

1

4

3

OLEIROS

7

2

1

1

TOTAL

67

12

23

15

CENTROS QUE RECIBEN EQUIPAMENTO SOBRE O TOTAL DE CADA SECTOR

%

CENTROS PUBLICOS

CENTROS PRIVADOS

CORUÑA

15

61

CONCELLOS METROPOLITANOS

22

80

TOTAL

18

65

A ENSINANZA PUBLICA REPRESENTA NO CONXUNTO DA AREA METROPOLITANA O 74% DA OFERTA DE CENTROS PERO SO RECIBE O 44% DAS DOTACIONS; A ENSINANZA CONCERTADA REPRESENTA O 26% DA OFERTA PERO RECIBE O 56% . CON 5O PUNTOS MENOS DE PESO PERO 30 PUNTOS MAIS DE EQUIPAMENTO

NA CIDADE DA CORUÑA A ENSINANZA PUBLICA REPRESENTA O 69% DA OFERTA DE CENTROS PERO SO RECIBE O 35% DAS DOTACIONS; A ENSINANZA CONCERTADA REPRESENTA O 31% DA OFERTA PERO RECIBE O 65%. COA MITADE DA OFERTA RECIBE O DOBLE DE EQUIPAMENTO.

Os datos son mais notables por canto ocurren en concellos fortemente comprometidos co ensino. A Coruña en grao espectacular e dende hai un cuarto de século: equipamentos, instalacións, oferta cultural, musical, de divulgación científica, deportiva... Pero tamén noutros concellos como Oleiros ou Culleredo existe unha forte implicación municipal.

A mensaxe da Xunta é obvia: concellos gobernados pola oposición, discriminación ós fillos dos presuntos electores. Por si fora pouco mesmo atacan ós profesores suliñando que non teñen vocación ou motivación. Certamente amosan pouco respeto e menos información polo que ocurre nas aulas.

Logo do pulo do goberno anterior en novas tecnoloxías, tamén eiquí chega a ideoloxización máxima. Un portal educativo que hoxendía é pura propaganda, recursos que proceden todos do goberno anterior, menosprezo ós docentes, insulto á intelixencia das familia, creba dos dereitos dos estudantes a non ser discriminados.

En educación, a dereita ten sempre a mesma faciana. E un sinal de identidade.


GALEGO


A Xunta de Galicia ven creando unha polémica, moi artificial, arredor da lingua galega, do seu uso, da aplicación no ensino, e das medidas políticas que pensa adoptar. O pasado día 17 de maio o presidente da Xunta solemnizaba a vontade de acadar un pacto lingüístico. Tres días máis tarde apróbase un novo Decreto sen consultas previas, logo dun ditame contundente do Consello Consultivo e das numerosas emendas de órganos varios, mesmo do Consello Escolar de Galicia, principal institución participativa do mundo educativo.
Descoñecese o texto do Decreto. A información oficial fala da introducción de 50 cambios sobre o borrador de decembro, entre eles un moi importante: a supresión da consulta ás familias no ensino primario e secundario, como consecuencia do informe do Consello Consultivo. Con toda seguridade se este órgano tivera sido consultado na elaboración da Lei de reforma das caixas de aforro, teríanse aforrado o palmetazo xurídico do Consello do Estado e a posterior suspensión da Lei polo Tribunal Constitucional.
Do inglés, (¿lembra alguén o compromiso de ensino trilingüe?), nada se fala, porque nada se fai e nada se fará nun contexto de redución do gasto público en educación. A modernidade de Feijóo dura un titular xornalístico. Nin ten obxetivos, nin conviccións, nin vontade, nin recursos.
¿Qué innova o Decreto? Probablemente algún cambio puntual nas asignaturas que son impartidas en cada lingua. Poderán existir lectores perplexos diante dos cativos cambios. ¿Era necesaria tanta polémica? A resposta é doada. Núñez Feijóo e o Partido Popular teñen decidido manter vivo o debate sobre a lingua, no plano político e con obxetivos electorais.
Porque nada se fixo para buscar un acordo amplo, nin siquera foi intentado. Prométense novas consultas no futuro e cabe lembrar a súa perfecta inutilidade. As familias ou son consultadas para que a súa vontade sexa respetada, e iso esixe unha solución previa de división de tódolos centros de ensino en seccións paralelas segundo o idioma escollido, ou ben as minorías sometense ás maiorías, camiño absurdo no mundo educativo e escasamente democrático. Pois nunha sociedade avanzada os cidadáns sometense ao imperio da lei, non ás decisións de grupos informais; máis aínda, a lei existe como garantía do respeto ós dereitos das minorías. Por iso Feijóo equivócase cando se envolve na bandeira da demagoxia. Semella evidente o intento do Goberno de trasladar a toda a sociedade, a través dos seus fillos, unha inexistente polémica social, coa intención de crear unha tensión que permita ó Partido Popular un discurso catastrofista.
Mentras, Feijóo goberna pouco. Entre os ataques ó Goberno de España, á anterior Xunta, á oposición e as declaracións solemnes, queda pouco tempo para o funcionamento cotián da Administración. Comenza a existir unanimidade na diagnose: apenas hai resultados no primeiro ano de xestión. No ensino, menos que iso, hai un claro retroceso en medios, en obxectivos e mesmo en prudencia.

domingo, 16 de mayo de 2010

VELO

Ha bastado que una adolescente madrileña afirmase su personalidad portando un velo para que las livianas costuras de nuestra aparente tolerancia se deshilachasen mostrando el pensamiento conservador. La polémica, elemental, ha llevado a la destitución de un alto funcionario de Justicia y a posturas huidizas en el mundo político, habitualmente dispuesto a opinar.

En una sociedad que asiste a la exhibición de las modas en la vestimenta, los complementos y los comportamientos con un grado máximo de tolerancia, la reivindicación de una prenda de vestir como propia se ha saldado con la expulsión de un centro público de enseñanza, algo más que difícil de lograr para implicados en el vandalismo u otras conductas asociales. El principio de no discriminación se sobreentiende que se refiere a los iguales; a los diferentes...que decida la autoridad. Esta, carente de medios ejecutivos y aún más de ideas claras, ha cercenado un derecho para respetar otro.

Sin duda sobre el velo, y otras prendas reivindicadas como propias de una colectividad, es difícil establecer principios rotundos. Las prácticas sociales tienen un elevado grado de aculturación y por tanto las prácticas de otras culturas nos resultan difíciles de asimilar e integrar en nuestra convivencia. Nuestras visiones culturales e ideológicas sobre los otros no ayudan a la hora de entender sus costumbres, valores y símbolos.

Nuestras grandes construcciones teóricas flaquean ante los casos concretos. El velo no es el burka, pero éste está tolerado en países que sostenemos a diario con el concurso de nuestras tropas y con el trabajoso dinero de nuestros impuestos, que sostienen a gobiernos locales que no parecen muy preocupados por adaptar sus costumbres a las nuestras.

Mientras los inmigrantes eran adultos con pocos derechos y dedicados exclusivamente a obtener ingresos para transferirlos a sus países de origen, la tolerancia parecía sencilla. Cuando afrontamos la segunda generación, ahora ya de residentes, y éstos exigen derechos políticos plenos, no sólo medicinas y servicios sociales, los problemas comienzan.

Diálogo, empatía y comparación con los países de nuestro entorno, son los elementos para desarrollar una visión menos deudora de lo que Edward Said denunciaba en “Orientalismo” : la pervivencia de clisés ideológicos de carácter colonial. Que eso ocurra cuando el declive de Europa Occidental es bien perceptible, no deja de ser una ironía del destino.

miércoles, 12 de mayo de 2010

LA PARADOJA DE LA CORRUPCION

(publicado en "EL PAIS", edición del 4 de mayo de 2010)


Tres historias diferentes en tres países muy distintos (Haití, Afganistán y Grecia) han atraído gran parte de la atención internacional en el último año. En Haití, la interpretación dominante es que la pobreza extrema del país hizo que un terremoto terrible se convirtiera en una tragedia humana sin precedentes; en Afganistán, que una ocupación extranjera en aumento es incapaz de frenar la violencia y traer estabilidad; y en Grecia, que la conjunción de una mala política fiscal junto a la imposibilidad de recurrir a una política monetaria propia le está llevando al borde del colapso económico. Sin embargo, si preguntamos a expertos, miembros de los Gobiernos y ciudadanos de esos países qué causa señalarían como la principal responsable de sus problemas, la respuesta sería sorprendentemente bastante similar.

      La noticia en otros webs

      Tenemos lo peor de cada sistema electoral: listas cerradas y escasa proporcionalidad

      Los Gobiernos autónomos controlan los canales públicos y dan licencias a sus amigos privados

      En documentos anteriores al terremoto, como Por qué la ayuda internacional a Haití ha fallado,tanto observadores externos como funcionarios implicados durante décadas en la ayuda a Haití admiten que si el problema hubiera sido la pobreza lo habrían podido afrontar. Pero con lo que sistemáticamente se estrellaban sus esfuerzos era con una corrupción endémica creciente. En Afganistán, el estudio de opinión pública más exhaustivo, llevado a cabo recientemente por Naciones Unidas, señala que la corrupción es considerada como el principal problema del país, por encima de la violencia. Por su parte, el primer ministro griego, Papandreu, ha reconocido en una cumbre europea, provocando el estupor entre sus homólogos, que la corrupción es la principal causa de los problemas económicos.

      Haití, Afganistán y Grecia son casos extremos de lo que expertos, como Simon Kurer, llaman la "paradoja de la corrupción". Por una parte, la corrupción es una actividad impopular en todo el mundo, pero, por otra, los políticos corruptos resultan populares en muchos sistemas políticos y sobreviven en sus cargos, ganando en numerosas ocasiones elecciones democráticas. Otros ejemplos vienen de países como Italia, India, Tailandia o México, donde, en determinadas elecciones, estar procesado por corrupción no daña o incluso aumenta las probabilidades de reelección de un político. Otros estudios -como algunos en EE UU o en Brasil- muestran que estar involucrado en actividades corruptas reduce, modesta, pero significativamente, tus probabilidades de reelección. Por supuesto, en los países menos corruptos del mundo estos estudios no se pueden llevar a cabo porque no hay un número suficiente de casos como para extraer conclusiones.

      En España, mientras vamos cayendo año a año en las comparativas internacionales de "buen gobierno" y los ciudadanos están crecientemente preocupados por la corrupción, nuestras instituciones parecen tener problemas para eliminar a los políticos corruptos. Por un lado, más del 70% de los alcaldes envueltos en escándalos de corrupción mantuvieron la alcaldía tras las últimas municipales. Por el otro, las encuestas muestran cómo partidos con numerosos dirigentes procesados en algunas autonomías mantienen (o aumentan) su ventaja electoral sobre la oposición.

      La causa de que nos encontremos cada vez más hundidos en la paradoja de la corrupción hay que buscarla en la ausencia de tres mecanismos que, en otros países de nuestro entorno, facilitan que los políticos corruptos sean castigados en las urnas.

      El primero, y que he mencionado ya en otras ocasiones aquí, es la adopción de una burocracia meritocrática impermeable al clientelismo. Los políticos corruptos sobreviven en sus cargos gracias a que ofrecen bienes particularizados a miembros de redes clientelares, ya sean legales, como puestos en la Administración pública, o ilegales, como tratos de favor en contratos públicos. Los países donde los políticos corruptos se consolidan a perpetuidad en el cargo suelen tener términos específicos -padrino, cacique, o jao pho (en Tailandia)- reservados para designar a los cabecillas de las redes clientelares que distribuyen trabajos en la Administración, accesos preferenciales a servicios públicos, contratos públicos o licencias de negocios. Los políticos corruptos exitosos electoralmente son aquellos que, cuando llegan al poder, no llegan solos sino que son capaces de colonizar la Administración pública con los miembros de una red clientelar. Y en España es bastante sencillo. Por el contrario, la fortaleza de los cuerpos de la Administración central del Estado impiden que ésta pueda ser politizada. Esto explicaría el misterioso caso de la trama Gürtel, que se gesta al comienzo de la era Aznar y que extiende sus tentáculos en numerosos municipios y comunidades autónomas, pero que no logra contaminar una sola institución de la Administración central del Estado. Las diferencias entre la relativamente incorruptible Administración central española y la relativamente corruptible italiana, tradicionalmente mucho más politizada, podrían explicarse también por la ausencia en esta última de una burocracia central resistente al clientelismo político.

      El segundo mecanismo sería el sistema electoral. Por una parte, votar a candidatos individuales es mejor que a listas de partido cerradas, porque aumentan los incentivos a comportarse honestamente. Si los votantes te pueden echar a ti directamente, intentarás mantener tu reputación intacta. Esta es una característica buena de los sistemas electorales denominados "mayoritarios" (como los anglosajones) y que nosotros no tenemos, pues votamos a una tribu entera. Por otra parte, la falta de responsabilidad individual se compensa en muchos países europeos -que, como nosotros, tienen sistemas electorales denominados "proporcionales"- con un instrumento para limpiar la política de partidos corruptos: diseñar circunscripciones electorales que elijan simultáneamente a muchos representantes. En otras palabras, en esos países hay pocas "barreras de entrada" para que una opción política nueva pueda entrar en la vida política, pues incluso un modesto porcentaje de voto te garantiza representación. Esa característica está muy limitada en España, donde abundan las circunscripciones electorales minúsculas y los incentivos para favorecer el bipartidismo. En resumen, a la hora de limpiar las instituciones de políticos corruptos tenemos lo peor de cada sistema electoral: ni candidatos a los que podemos castigar individualmente (como sucede en los sistemas mayoritarios) ni la opción de dirigir el voto hacia alternativas nuevas o minoritarias (como sucede en los sistemas verdaderamente proporcionales).

      En tercer lugar, disponer de medios de comunicación independientes juega un papel clave para que la corrupción tenga efectos electorales. En España tenemos una gran pluralidad externa (entre medios de comunicación), pero la pluralidad interna (dentro de cada medio) es limitada. El extremo opuesto sería el mundo anglosajón, donde la pluralidad externa es mucho menor, pero a costa de una mayor pluralidad interna. Así, nosotros podemos elegir entre un mayor número de medios, pero estos medios ofrecen un mensaje más monolítico. El mayor paralelismo entre medios de comunicación y partidos políticos que existe en España hace que, al contrario que en otros países, las noticias de corrupción se perciban como el resultado de intereses políticos encubiertos. Podemos discutir cuáles son las causas -aunque, la alta discrecionalidad política que tienen los Gobiernos, sobre todo autónomos, para moldear a su imagen y semejanza canales públicos regionales y para asignar subvenciones, licencias de radio y televisión u otras vías de subsistencia a grupos privados de comunicación es una seria candidata-.

      Por tanto, si los dirigentes políticos españoles estuvieran realmente interesados en eliminar la corrupción, deberían proponer tres acciones opuestas a las que han estado implementando en los últimos años y que, en un ejercicio de ignorancia o de cinismo, siguen postulando hoy día como solución. En lugar de "prestigiar la política", deberían aspirar a prestigiar la Administración. Y enfatizo que eso no nos acercaría al franquismo, sino a las democracias más avanzadas. En lugar de dar más fuerza a los partidos, deberían dar más peso a los políticos individuales. Y en lugar de fomentar una pluralidad externa y sectaria de los medios de comunicación, deberían mimar la pluralidad interna. O esto o, sin ánimo de ser Casandra, nos deberíamos ir preparando para una tragedia griega.

      Víctor Lapuente Giné es profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de Gotemburgo, Suecia.


      sábado, 8 de mayo de 2010

      PACTOS

      Es una gran noticia que el Partido Popular rechace un pacto por la educación y que, además y por boca de su Secretaria General, la señora Cospedal, advierta que no firmará pactos globales. De nuevo las posiciones nítidas de izquierda y derecha difieren en los temas esenciales, para salud del electorado que así podrá discernir entre propuestas claramente enfrentadas y no tras la confusión a la que pueden inducir acuerdos entre gobierno y oposición en las diferentes áreas de la política.

      Porque digámoslo claramente, sólo podría firmarse un acuerdo global sobre educación ( o sobre sanidad, vivienda, urbanismo, etc) si la oferta del gobierno es similar a las propuestas de la oposición, algo inimaginable, o si ésta impone su programa, aún menos comprensible.

      Porque los grandes pactos son retórica política que el gobierno propone a la oposición para que ésta los rechace. Y ello no impide acuerdos concretos en momentos de encallamiento de la acción política, sobre principios o líneas generales. Por eso la entrevista de Rajoy con Zapatero ha sido un éxito, porque lejos de la grandilocuencia de la crisis, se ha centrado en dos actos acotados, la crisis de Grecia y el desbloqueo en el proceso de concentración de las Cajas de Ahorros. Las decisiones las adoptará el Gobierno, pero ha conseguido, por las noticias publicadas, una coincidencia en dos objetivos importantes cuyas consecuencias en todo caso deberá asumir el siguiente Gobierno.

      La democracia no persigue que unos y otros defiendan lo mismo, sino expresar claramente las diferentes posiciones y que el cuerpo electoral elija.

      SOCIALDEMOCRACIA

      La traición de la socialdemocracia

      ¿Cuánto se han reducido las desigualdades sociales con Blair y Schröder? Nada

      Una izquierda que hace política de derechas sólo sirve para preparar el regreso del original

      Resulta por ello más fácil recordar los raros momentos en los que la socialdemocracia alimentó realmente esperanzas: el laborismo de la inmediata posguerra, que implanta con Attlee el estado de bienestar teorizado por Beveridge; los años de Brandt, que el 7 de diciembre de 1970 se arrodilla en el gueto de Varsovia; la época de Mitterand, que interrumpe la larga hegemonía gaullista que pesaba sobre Francia casi como destino (o condena). Logros reformistas, a los que las propias socialdemocracias no han dado continuidad. La política del estado de bienestar se detuvo apenas un poco más allá del servicio sanitario nacional (que además se burocratizó rápidamente). La desnazificación radical de Alemania, que los gobiernos democristianos habían descuidado, no se vio enraizada en similares transformaciones de las relaciones de fuerzas sociales. Y la unidad de la izquierda de Mitterrand, tras la prometedora y brevísima época de los "clubes", se resolvió mediante compromisos entre los aparatos de partido, no en un acrecentamiento del poder efectivo de los ciudadanos.

      Porque esa es la cuestión -no secundaria en absoluto- que los análisis de la "crisis de la socialdemocracia" no suelen tener en cuenta. El carácter de aparato, de burocracia, de nomenclatura, de casta, que han ido adquiriendo cada vez más, incluso en la izquierda, quienes, por decirlo con palabras de Weber, "viven de la política" y de la política han hecho su oficio. La transformación de la democracia parlamentaria en partidocracia, es decir, en partidos-máquina autorreferenciales y cada vez más parecidos entre sí, ha ido haciendo progresivamente vana la relación de representación entre diputados y ciudadanos. La política se está convirtiendo cada día más en una actividad privada, como cualquier otra actividad empresarial. Pero si la política, es decir, la esfera pública, se vuelve privada, lo hace en un doble sentido: porque los propios intereses (de gremio, de casta) de la clase política hacen prescindir definitivamente a ésta de los intereses y valores de los ciudadanos a los que debería representar, y porque el ciudadano se ve definitivamente privado de su cuota de soberanía, incluso en su forma delegada.

      Los políticos de derechas y de izquierdas acaban por tener intereses de clase que en lo fundamental resultan comunes -de forma general: el razonamiento siempre tiene sus excepciones en el ámbito de los casos individuales- dado que todos ellos forman parte del establishment, del sistema de privilegios. Contra el que por el contrario debería luchar la socialdemocracia, en nombre de la igualdad. Y es que, no se olvide, era la "igualdad" el valor que servía de base para justificar el anticomunismo: el despotismo político es en efecto la primera negación de la igualdad social y el totalitarismo comunista la pisotea por lo tanto de forma desmesurada.

      La partidocracia (de la que la socialdemocracia forma parte), dado que estimula la práctica y creciente frustración del ciudadano soberano, la negación del espacio público a los electores, constituye un alambique para ulteriores degeneraciones de la democracia parlamentaria, es decir, para una más radical sustracción de poder al ciudadano: así ocurre con la política-espectáculo y con las derivas populistas que parecen estar cada vez más enraizadas en Europa.

      Resulta paradójico que la socialdemocracia viva el acmé de su crisis precisamente cuando más favorables son las condiciones para la critica hacia el establishment y para plantear propuestas de reformas radicales en ámbito financiero y económico, dado que está a la vista de todos o, mejor dicho, está siendo padecido y sufrido por las grandes masas, el desastre social provocado por la deriva de los privilegios sin freno y por el dominio sin control ni contrapeso del liberalismo salvaje, de los "espíritus animales" del beneficio.

      Y es que la crisis provoca incertidumbre ante el futuro y el miedo empuja a las masas hacia la derecha, según se dice. Pero eso ocurre solo porque la socialdemocracia no ha sabido dar respuestas en términos de reformismo, es decir, de justicia social creciente, a la necesidad de seguridad y de "futuro" de esos millones de ciudadanos. Pongamos algún ejemplo concreto. El miedo ante el futuro adquiere fácilmente los rasgos del "otro", el inmigrante, que nos "roba" el trabajo. Pero si el inmigrante puede "robarnos" el trabajo es solo porque acepta salarios más bajos. ¿Ha intentado llevar a cabo alguna vez la socialdemocracia una política de sistemático castigo de los empresarios, grandes y pequeños, que emplean a inmigrantes con salarios más bajos y sin el resto de costosas garantías normativas obtenidas tras decenios de luchas sindicales?

      Algo análogo ocurre con la deslocalización de las empresas, el fenómeno más vistoso de la globalización. El empresario alemán, o francés, o italiano, o español, al trasladar su actividad productiva hacia el tercer mundo, se lucraba con enormes beneficios explotando mano de obra con salarios ínfimos y sin tutela sindical (por no hablar de la libertad de contaminar en forma devastadora). Pero los gobiernos poseen potentes instrumentos, si así lo quieren, para "disuadir" a sus propios empresarios en su carrera hacia la deslocalización, instrumentos que la política de la Unión Europea puede hacer incluso más convincentes o reforzar en buena medida.

      La socialdemocracia, por el contrario, se ha doblegado ante esta mundialización, cuando no la ha exaltado, cuando si el empresario puede pagar menos por el trabajo, deslocalizando la fábrica o pagando en negro al clandestino, se crean las condiciones para un "ejército salarial de reserva" potencialmente infinito, que irá reduciendo cada vez más los salarios, restituyendo actualidad a categorías marxistas que el estado del bienestar -y luchas de generaciones (no la espontánea evolución del mercado)- habían vuelto obsoletas. Y sin embargo la socialdemocracia está organizada nada menos que en una "Internacional", y ha gozado durante mucho tiempo en las instituciones europeas de un peso preponderante. No es por lo tanto que no pudiera hacerse una política diversa. Es que no quiso hacerse.

      Los ejemplos podrían multiplicarse. La socialdemocracia ha llegado a aceptar las más "tóxicas" invenciones financieras, y no ha hecho nada concreto para acabar con los "paraísos fiscales" o el secreto bancario, instrumentos del entramado económico-mafioso a nivel internacional, con el resultado de que el poder de las mafias se extiende por toda Europa, desde Moscú a Madrid, desde Sicilia hasta el Báltico, y ni siquiera se habla de ello. Y dejemos correr el problema de los medios de comunicación, absolutamente crucial, dado que "una opinión pública bien informada" debería constituir para los ciudadanos "la corte suprema", a la que poder "apelar siempre contra las públicas injusticias, la corrupción, la indiferencia popular o los errores del gobierno", como escribía Joseph Pulitzer (¡hace ya más de un siglo!), mientras que nada han hecho las socialdemocracias por aproximarse a este irrenunciable ideal.

      Al traicionar sistemáticamente su única razón de ser, la socialdemocracia ha estado en crisis incluso cuando ha ganado elecciones y ha gobernado. ¿Cuánto se han reducido las desigualdades sociales bajo los gobiernos de Blair? En nada, si acaso todo lo contrario. ¿Y con Schroeder? ¿De qué puede servir una izquierda que lleva a cabo una política de derechas, si no a preparar el retorno del original?

      No resulta difícil, por lo tanto, delinear un proyecto reformista, basta tener como estrella polar el incremento conjunto de libertad y justicia (libertades civiles y justicia social). Es imposible realizarlo, sin embargo, con los actuales instrumentos, los partidos-máquina. Porque pertenecen estructuralmente al "partido del privilegio". No pueden ser la solución porque son parte integrante del problema.