La Fundación Casares Quiroga, que honra la memoria de quien fue líder indiscutible del republicanismo gallego, luego Presidente del Gobierno y ministro con Azaña, ha dedicado unas jornadas a repasar su ideario y su contexto sociopolítico.
Aunque han tenido escaso eco mediático, las conferencias han sido notables y los hechos analizados incontestables. Es ir contra corriente, pero los grandes partidos de la época fueron el republicanismo, con distintas formaciones, y el socialismo. Además la CNT como fuerza determinante en el ámbito laboral. Otros no estaban o llegaron tarde, lo cual naturalmente no les resta valor, solo los restituye a su realidad.
Por otra parte la ORGA, como Acción Republicana, Izquierda Republicana y otros, tuvieron la idea clara de la modernización de España y a su impulso se debe la Constitución de 1931 con sus valores laicos, progresistas y autonomistas. Como claro reconocimiento de su importancia, Casares y Manuel Azaña fueron execrados por el franquismo hasta límites grotescos.
La democracia no ha hecho justicia a los republicanos, ni siquiera simbólicamente. La Ley de la Memoria Histórica tampoco ha mejorado sustancialmente el conocimiento y respeto por las figuras imprescindibles para comprender la evolución de la República.
Al final se debe a una Fundación privada el impulso del conocimiento y la rehabilitación no emotiva sino razonada. Y también al Ayuntamiento de Coruña, que rescató, rehabilitó y puso en funcionamiento la Casa-Museo de Casares Quiroga, además de dedicarle un monumento, exposiciones y distintos estudios.Y a una tercera entidad, ARGA, Ateneo Republicano de Galicia, que ha sido gestora principal del rescate del olvido interesado, de la República, de sus hombres y mujeres más destacados, de sus logros y de su legado.
El republicanismo hoy no tiene espacio político, si éste se acota a la política partidaria y electoral. Pero sí lo tiene en el ámbito de las ideas, en la definición de los valores de una sociedad moderna, en la defensa de unas prácticas basadas en los principios de la Declaración de los Derechos del Hombre. Los modernos teóricos de la democracia así lo vienen defendiendo.
Un pensamiento de ese tipo, elaborado, transversal, podría ofrecer un marco político de amplio espectro a las diferentes opciones partidarias. Estas, más orientadas a lo contingente, a la gobernación, no pueden al mismo tiempo elaborar marcos de ideas acordes con la evolución de la sociedad.
Como en tantos ámbitos, el vacío existe, la necesidad también. Faltan las iniciativas de la sociedad civil. Con pocos medios y mucha inteligencia, así se ha hecho estos días en Coruña.
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