lunes, 23 de enero de 2012

HERENCIA POLÍTICA DE FRAGA

La muerte embellece. La abundante información publicada tras la muerte de Fraga Iribarne, ha omitido, en general, el análisis sobre su vida política. Sólo contados comentaristas han incidido en su papel durante el franquismo y la transición. La tendencia hagiográfica ha sido mayoritaria.

En Galicia su herencia política es manifiesta. Consiguió soldar a las distintas facciones de la derecha, tan divididas que llegaron a provocar la caída del gobierno de Albor, lo que dio lugar a la moción de censura y al primer presidente socialista, González Laxe.

Una vez lograda la mayoría, Fraga modificó la ley electoral con dos innovaciones preocupantes. De un lado elevó el umbral de representación al cinco por ciento, frente al tres por ciento vigente en el Estado, en Cataluña o en el País Vasco. Así en Galicia se ha dificultado la representación electoral, y sólo tres formaciones están presentes en el Parlamento, cuando hay hasta siete en otros Parlamentos autonómicos. En una sociedad cada vez más plural, la sociedad gallega tiene ante sí solo tres partidos, que dan lugar a sólo dos combinaciones posibles de gobierno.

Por otra parte la reforma electoral declaró inelegibles a los alcaldes, dificultando la aparición de liderazgos sociales en el Parlamento. La consecuencia ha sido un mayor empobrecimiento de la vida parlamentaria y un distanciamiento ineficiente entre las dos esferas de la vida política.

La Administración dirigida por Fraga se caracterizó por su veloz crecimiento, creando la mayor parte del elevado número de organismos autónomos existentes pero también por la concepción partidista del poder, fomentando la politización de la Administración mediante el abuso de la libre designación. Impulsó además el clientelismo y la utilización sectaria de los presupuestos, marginando sistemáticamente a los municipios dirigidos por la oposición.

El autoritarismo y la escasa confianza en el valor del diálogo, condujeron a la adopción de decisiones poco meditadas, cuyo mejor ejemplo es la Ciudad de la Cultura, una metáfora de su política.