domingo, 16 de mayo de 2010

VELO

Ha bastado que una adolescente madrileña afirmase su personalidad portando un velo para que las livianas costuras de nuestra aparente tolerancia se deshilachasen mostrando el pensamiento conservador. La polémica, elemental, ha llevado a la destitución de un alto funcionario de Justicia y a posturas huidizas en el mundo político, habitualmente dispuesto a opinar.

En una sociedad que asiste a la exhibición de las modas en la vestimenta, los complementos y los comportamientos con un grado máximo de tolerancia, la reivindicación de una prenda de vestir como propia se ha saldado con la expulsión de un centro público de enseñanza, algo más que difícil de lograr para implicados en el vandalismo u otras conductas asociales. El principio de no discriminación se sobreentiende que se refiere a los iguales; a los diferentes...que decida la autoridad. Esta, carente de medios ejecutivos y aún más de ideas claras, ha cercenado un derecho para respetar otro.

Sin duda sobre el velo, y otras prendas reivindicadas como propias de una colectividad, es difícil establecer principios rotundos. Las prácticas sociales tienen un elevado grado de aculturación y por tanto las prácticas de otras culturas nos resultan difíciles de asimilar e integrar en nuestra convivencia. Nuestras visiones culturales e ideológicas sobre los otros no ayudan a la hora de entender sus costumbres, valores y símbolos.

Nuestras grandes construcciones teóricas flaquean ante los casos concretos. El velo no es el burka, pero éste está tolerado en países que sostenemos a diario con el concurso de nuestras tropas y con el trabajoso dinero de nuestros impuestos, que sostienen a gobiernos locales que no parecen muy preocupados por adaptar sus costumbres a las nuestras.

Mientras los inmigrantes eran adultos con pocos derechos y dedicados exclusivamente a obtener ingresos para transferirlos a sus países de origen, la tolerancia parecía sencilla. Cuando afrontamos la segunda generación, ahora ya de residentes, y éstos exigen derechos políticos plenos, no sólo medicinas y servicios sociales, los problemas comienzan.

Diálogo, empatía y comparación con los países de nuestro entorno, son los elementos para desarrollar una visión menos deudora de lo que Edward Said denunciaba en “Orientalismo” : la pervivencia de clisés ideológicos de carácter colonial. Que eso ocurra cuando el declive de Europa Occidental es bien perceptible, no deja de ser una ironía del destino.

1 comentario:

  1. Hay muchísimos centros educativos en España donde conviven niños y niñas de distintas culturas y religiones sin problemas aparentes. Realmente los niños son los que menos reticencias tienen a la hora de relacionarse con otros por muy diferentes que sean, son los mayores que poco a poco les van traspasando sus propios prejuicios.
    Me parece que debemos ser tan tolerantes con el velo como lo somos con la indumentarias que usan hoy en día nuestros jóvenes y que en muchos casos, quizás no es la más apropiada para asistir a un centro educativo.
    No hay que olvidar que nuestra Constitución recoge la libertad de culto y la utilización del velo es una manifestación de la religión musulmana.
    Realmente me asquea el grado de hipocresía que hay en algunos estamentos de nuestra sociedad. Con la que está cayendo, con la falta de valores que vemos a diario, cuando tenemos que leer que hay padres que denuncian a sus hijos y se monta un pollo por el empeño de una niña en usar el velo! Cosas veredes...

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