domingo, 5 de junio de 2016

SORPASSO

Las encuestas de hoy confirman el temido "sorpasso" tanto  en España como en Galicia, según los respectivos sondeos de cada uno de los diarios principales en ese ámbito. No son sólo encuestas, son también armas de combate electoral. Por primera vez en la historia democrática reciente, el PSOE cedería la hegemonía de la izquierda a la coalición Podemos-IU y las llamadas confluencias. Un escenario inédito y de efectos imprevisibles.

La nueva organización, pese a su discurso de transversalidad, se ha instalado definitivamente en la izquierda y como alternativa de gobierno. Si las urnas ratifican a las encuestas, se producirán dos efectos. De un lado imponiendo la agenda política de la oposición y por otro, consecuencia de lo anterior, obligando a los demás grupos a posicionarse sobre la misma antes que sobre sus propias propuestas. Un escenario muy preocupante para los intereses socialistas que deben abordar dos elecciones autonómicas en este año, Galicia y País Vasco, y  a continuación tres años de espera hasta las elecciones municipales y autonómicas de 2019. Un largo período que puede tener efectos devastadores pues la relevante cuota de poder institucional socialista es fruto en muchos lugares de pactos que podrían invertirse.

No es un mérito menor de la coalición emergente haber logrado integrar en una plataforma de contornos muy difusos a una amplísima variedad de grupos políticos que abarcan desde formaciones clásicas a movimientos asamblearios. Con una mezcla de populismo, maximalismo y activismo, sazonado sabiamente con elementos de cultura popular y un uso inteligente de las herramientas de  comunicación, han devenido en un verdadero grupo "atrapalotodo" y por tanto se acercan al gobierno.

Del lado socialista, aunque hay más matices, sobresalen dos. De un lado la creciente hostilidad de los medios de comunicación ( aquí cabría decir empresas), con datos evidentes pero orígenes más oscuros y, hasta donde sabemos, preocupantes. Por otra parte y ello es mérito exclusivo del Partido, el abandono paulatino de perfiles propios y de larga tradición, sustituidos por otros más tacticistas pero que se han impuesto como dominantes. Así, el internacionalismo original, luego mutado en europeismo, ha dado paso a la sumisión ante la política comunitaria de ajuste fiscal, como si ésta no fuese la imposición de los gobiernos nacionales, mayoritariamente conservadores. También la política nacional y vertebradora ha cedido ante el predominio de la política territorial cuyas prioridades han difuminado los rasgos unificadores de la organización y han primado de nuevo las soluciones de corto plazo y de mero movimiento táctico. Si en el primer caso el abandono ha beneficiado al PP, en el segundo ha beneficiado a la nueva coalición.

Nada está perdido pero el escenario se ha complicado. De creer a las encuestas, el meritorio esfuerzo de Pedro Sánchez, de creación de una alianza que evitase la repetición de las elecciones, no habría tenido efecto positivo alguno, algo muy sorprendente. Es cierto que, cuando la política se polariza, las opciones más moderadas o constructivas quedan arrinconadas. Algo así podría estar sucediendo ahora en España. En ese caso lo último que se debería hacer es secundarlo. En el camino hacia el desastre es mejor seguir conservando la cordura.

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