miércoles, 9 de enero de 2013

IDEOLOGÍA APENAS DISFRAZADA

Hace pocos días, dos altos funcionarios del FMI, han explicado su error en el cálculo de los multiplicadores fiscales, reconociendo que éstos han tenido un impacto mucho mayor del previsto, más del triple.

El FMI no es un foro académico, sino, como hoy sabemos bien en España y en otros países, un instrumento muy poderoso para disciplinar las políticas económicas de quienes necesitan su apoyo. No cabe pues pensar en un ejercicio de contrición fruto de la mala conciencia, sino en un paso calculado para comenzar una nueva estrategia.

Así que hay que releer a Stiglitz, Premio Nobel de Economía, que en el libro adjunto, hace ya una década y desde su experiencia como economista jefe y vicepresidente senior del Banco Mundial, dedica críticas muy acerbas al FMI, precisamente por haber hecho en otras ocasiones lo que ahora reconoce como fracaso. La última, que analiza a fondo, en la crisis del sudeste asiático de aquellos años. Stiglitz no ataca la globalización, sino la estrategia impuesta por el Fondo Monetario Internacional para derribar los instrumentos de defensa del mercado interior de muchos Estados débiles.

Pero sobre todo Stiglitz insiste en el carácter ideológico de la actuación del FMI y otras agencias internacionales como la OMC. En el caso del FMI, denuncia abiertamente su subordinación a los intereses financieros considerados de interés general, su falta de transparencia y su  desprecio por otros aspectos de los problemas económicos: el sufrimiento de las personas, la degradación del territorio, etc. Las consecuencias las estamos sufriendo hoy en el sur de Europa, donde esa misma ideología predica a diario el malestar contra la política, las instituciones o los servicios públicos. Ninguna evidencia empírica avala, sino que contradice, que las recetas propuestas vayan a producir riqueza, igualdad o bienestar.

Si ahora comienzan a reconocer un error debemos aguardar una nueva ofensiva ideológica sobre otros supuestos pero con los mismos objetivos: imponer la agenda de los mercados contra  la agenda de las personas.



1 comentario:

  1. Me alegro de leer algo al respecto. Comparto todo. Tiemblo ante ese presumible cambio de plan (porque seguro que es absolutamente interesado no movido por el bien general) y me indigno ante el silencio del mundo después de haber conocido esa asunción de "un error". Como dices no son un foro literario, deberían tener más responsabilidad porque sus decisiones son tristemente trascendentes. Lamentable...
    Saludos. Sonsoles López

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