Cuando se va a cumplir un tercio de la legislatura, Rajoy y su equipo ya han demostrado sus capacidades y sus límites. Entre las primeras, la plena disposición a procurar la devaluación interna de la economía española mediante una subida fiscal generalizada y el recorte de costes salariales. Entre los límites, la incapacidad de articular una estrategia de crecimiento económico orientada al empleo y un conjunto de reformas legales marcadamente ideológicas y a veces abiertamente innecesarias. También destaca la incapacidad de llevar adelante reformas estructurales, retirando una y otra vez proyectos anunciados pero inmaduros.
Ni asistimos a una reforma fiscal en profundidad, ni la reforma de las Administraciones Públicas pasa de ser más que un conjunto de lugares comunes, la reforma municipal está encallada con todos los sectores, populares incluidos en abierta contestación, las reformas judiciales necesarias ni se abordan mientras se distrae la atención con temas secundarios, etc. La reforma de la educación y la reforma de la legislación del aborto son por si mismas sendos esperpentos, que no resuelven ningun problema y crean muchos.
¿No era éste el equipo que desde la oposición anunciaba todas las soluciones?¿No eran Zapatero y su gobierno la causa del problema cuya sustitución abriría la vía de los remedios? Ahora sabemos con certeza lo que entonces suponíamos: no conocen la realidad, no tienen una política mínimamente estructurada, son fieles ejecutores de los designios de otros. Han recibido la consigna de contener el déficit y le han sumado, derecha al fin, un proyecto ideológico sumamente retrógrado: acabar con las políticas de igualdad, con el Estado protector y con la España plural. Y así nos va. No habrá cambios a corto plazo, porque deben aguardar por las elecciones alemanas. En 2014 habrá elecciones europeas y ante la posibilidad de un fuerte crecimiento del voto antisistema o simplemente contrario a la tecnocracia de Bruselas, es posible que se inicien cambios económicos. Y en 2015 serán las elecciones municipales y 13 elecciones autonómicas. Será entonces cuando el Partido Popular, preocupado por los resultados, module su política y realice algunos gestos.
Y ese es también el tiempo de la oposición. Tener una alternativa, de personas, de programa, de propuestas, en 2014, capaz de recuperar gobiernos locales y autonómicos en 2015 y preparar así el cambio de rumbo de España.
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