jueves, 14 de marzo de 2013

HABLEMOS DE ESPAÑA

La situación económica en Cataluña es peor que la de España en su conjunto, con una deuda más elevada y con desequilibrios que se han venido incrementando desde hace años. Los gobiernos catalanes, aquejados de inestabilidad y forzados a combinaciones parlamentarias contradictorias, han utilizado la Administración autonómica para satisfacer todo tipo de compromisos. El resultado es una estructura elefantiásica que ahora toca sostener y que resta recursos para los servicios básicos.

En la pasada legislatura, CiU hizo del agravio comparativo, sabiamente explotado en su día por Pujol, el eje de su discurso.Pero Mas no es Pujol.  Ante la indiferencia del Gobierno de España, suficientemente atareado con lo suyo, Mas disolvió la Cámara y convocó nuevas elecciones, para obtener un peor resultado y verse aún más dependiente de ERC. Ésta, no lo olvidemos, había sido anteriormente miembro del gobierno presidido por el PSC.

En ese juego de despropósitos, el único camino era la huida hacia adelante y en ello están. Sucesivas declaraciones altisonantes sobre la soberanía y el "derecho a decidir" para ocultar la grave situación socioeconómica, Madrid de nuevo como el enemigo exterior, etc. Sólo que ese discurso ha cogido al PSC en su peor momento electoral, llevándolo a sumarse a la estrategia nacionalista.

Hasta aquí los hechos resumidos. Del otro lado la situación no está mejor. Rajoy dispuesto a hacer pagar cara la posición catalana, convencido de que el tiempo corre en su contra. El PSOE atrapado entre la lealtad con el PSC o con su propia trayectoria, defendida en el caso del País Vasco al precio de muchas vidas humanas.

¿Hay salida? ¿Es inevitable un referéndum?¿Lleva a algun sitio que no sea peor todavía?

Digámoslo claramente: no existe España sin Cataluña, no es entendible y seguramente no es viable tal como la conocemos. Su liderazgo económico, innovador, social, ha sido constante desde hace siglos y así se ha reconocido en el resto de España desde épocas muy tempranas. Es una verdad asumida de forma general. Pero ha fallado históricamente la solución política a la demanda legítima de autogobierno. La democracia la encauzó inicialmente pero el desarrollo constitucional, con el modelo de quince autonomías de régimen igual, entre ellas Cataluña y dos de régimen foral, ha desvirtuado su autogobierno. Hoy Cataluña reclama sobre todo un pacto fiscal diferente, que le otorgue mayor capacidad de decisión sobre sus propios recursos y sobre su excedente económico, así como mayor capacidad para adoptar decisiones en muchas áreas.

Reproducir el régimen foral vasco no es posible, significaría la liquidación del sistema fiscal español. Aclaremos que la aportación real de la autonomía vasca a la Hacienda común, es mínima , siendo literalmente la que se pacta de común acuerdo, es decir, forzosamente simbólica.

Pero entre la situación actual y el imposible régimen foral, caben muchos grados y ahí es donde falla la política. Para Rajoy y el PP no hay duda de que habrá pacto, previa humillación del Gobierno catalán, doblegado por la crisis. El precio político es muy elevado. Para el PSOE, por boca de su Secretario General debe reformarse la Constitución. Palabras mayores que sirven de excusa para no avanzar nada, ni siquiera en el debate político, diferido a una Conferencia política sin fecha.

La política española se hace así sin hablar de España, del modelo territorial, fiscal, económico. Hoy hablar de España es hablar también de Cataluña. Caben soluciones singulares y deben pactarse, explicándolas claramente. Lo que es bueno para Cataluña debe ser bueno para el conjunto de España y hacia ese objetivo debemos movernos, obviando inútiles confrontaciones o debates esterilizantes. La pasión desbordada, difícil de asumir incluso en el fútbol, es contraproducente en la política. Rigor, seriedad, conocimiento de la historia y voluntad son las actitudes exigibles.

Cervantes dedica páginas encendidas de admiración a Barcelona (¡en el siglo XVII!), sus escritores, artistas y creadores ocupan nuestro imaginario colectivo. ¿No tenemos derecho a exigir hoy soluciones políticas  que estén a la altura del momento histórico?


No hay comentarios:

Publicar un comentario