sábado, 23 de enero de 2010

TRILINGÜISMO

Por primera vez en la historia de Galicia el status del idioma alcanza categoría de conflicto político. Se quiebra así una tendencia iniciada en 1983 y liderada entonces, entre otros, por Carlos Casares, que perseguía la llamada normalización, es decir un status de cooficialidad entre dos lenguas en situaciones sociales muy diferentes.

La fórmula elegida, uso exclusivo en las instituciones oficiales, televisión pública incluida y uso equilibrado de ambas en la enseñanza obligatoria, ha funcionado sin excesivos conflictos durante más de un cuarto de siglo. Diferentes consideraciones llevaron al último gobierno Fraga a elaborar un Plan de Normalización que contó con la unanimidad parlamentaria. El gobierno Touriño, en aplicación de ese Plan, promueve una nueva regulación en la enseñanza, apoyada inicialmente por el Partido Popular. Este se desmarca del acuerdo la víspera de su aprobación y desde entonces Núñez Feijoo comienza a transformar el status de la lengua gallega en motivo de debate político. Nueve meses después de su llegada al poder ejecutivo presenta un proyecto de Decreto que ha tenido la rara virtud de molestar a todos los sectores: a unos por regresivo y a otros por insuficiente, y todavía a más por irreal.

El decreto, al mezclar el status de las lenguas oficiales con una lengua extranjera, es decir con un aprendizaje propio del curriculum escolar pero independiente del problema de uso cotidiano de las lenguas, dificulta la aproximación de posiciones y vicia un debate que es esencialmente político.

Porque la lengua es símbolo de la sociedad política. Lo es el castellano o español, recuérdese el debate constitucional de 1978 a este respecto. Y es además una de las escasas justificaciones para la existencia de las llamadas nacionalidades históricas, un eufemismo para designar a las actuales comunidades autónomas que tenían reconocida la existencia de lengua y cultura propias en la ya lejana época de la Segunda República. Todo el debate político español del siglo XX ha estado mediatizado por la oportunidad de reconocer a esos territorios derechos políticos singulares, autogobierno, en términos de igualdad entre si y con otros territorios, fórmula actual, o en términos de singularidad.

No es extraño pues que en todas esas Comunidades (las llamadas históricas, Cataluña, País Vasco, Galicia, pero también Valencia, Baleares y en parte Navarra) el tratamiento de su lengua propia, de su cultura y de otros hechos diferenciales, haya sido objeto de atención preferente por los respectivos Ejecutivos territoriales. En general se ha tendido a considerar que para evitar que en el seno de cada Comunidad Autónoma existiese fraccionamiento social derivado del uso o dominio de las lenguas cooficiales, debería de asegurarse la plena competencia en la lengua propia; el dominio de la lengua común estatal se consideraba siempre suficientemente protegido por la posición social dominante y por la propia legislación estatal.

Pero lo cierto es que existen diferentes formas de asegurar el pleno dominio de unos conocimientos. De hecho inicialmente se desarrollaron modelos de enseñanza paralelos, hasta cuatro modelos en el País Vasco. Cierto es que la presión política permanente fue tendente a la uniformidad. En Galicia como ya se ha indicado se adoptó un criterio uniforme desde el principio.

Ahora la Xunta propone una fórmula que deja en manos de las comunidades educativas la opción sobre un tercio del tiempo escolar. Si el Ejecutivo cree que esa fórmula es un punto de encuentro social, debería coherentemente garantizar los recursos humanos suficientes para el desdoblamiento de grupos en cada centro educativo sostenido con fondos públicos. También la existencia de materiales escolares en doble edición. Y ello con independencia de la enseñanza del idioma extranjero, pues éste es un problema sustancialmente diferente. Aparece aquí la primera contradicción del proyecto de Decreto, carente de memoria financiera y de recursos previstos en los Presupuestos de 2010.

Existe además un problema político general que ahora se pretende trasladar al cuerpo social: la elección de opciones lingüísticas será motivo de confrontación interna en cada comunidad educativa salvo que exista la garantía real de que todos los casos individuales tendrán la solución por la que opten. Es decir frente a un problema organizativo que depende del gobierno, se opta por trasladar el conflicto al seno de cada uno de los miles de centros de enseñanza que existen en Galicia.

Y finalmente para redondear el conflicto, el argumento principal del gobierno parece ser lograr un país trilingüe. No se conocen modelos similares, lo cual ya aconsejaría prudencia al gobierno, pero es que además se trata deliberadamente de confundir. Ante la evidencia del fracaso histórico en la enseñanza de idiomas en España, estudiados durante muchos años pero con un rendimiento insatisfactorio, se apuesta ahora por enseñar en inglés las demás materias: matemáticas, historia, etc. No existiendo suficientes profesores cualificados para ofrecer mejores resultados que los actuales se confía en que quienes han estudiado otras carreras dispongan de una competencia lingüística para la que nunca se han formado. Si los resultados de nuestros estudiantes en las evaluaciones internacionales como el informe PISA, son ya preocupantes, lo que se intenta podría derivar en escandaloso. Y sumaríamos al fracaso idiomático, el fracaso en materias propedéuticas para estudios superiores. Y peor aún: no existe previsión económica alguna. En román paladino, no hay ni un euro en los presupuestos actuales. Es más, ni la universidad se ha atrevido a hacer un planteamiento similar. Para adquirir dominio del idioma extranjero se requieren otras estrategias: formar profesores en el extranjero, incorporar profesores extranjeros, orientar la enseñanza hacia la comunicación más que hacia la teoría, introducir el idioma precozmente, utilizar la televisión subtitulando programas emitidos en inglés, etc. Es decir recursos. Cabe recordar que el ejecutivo de Touriño además de hacer uso de algunas de esas medidas, multiplicó por diez el número de unidades que impartían la enseñanza en idioma extranjero. Un camino gradual de acuerdo con los recursos existentes.

Claro que el propio Ejecutivo mientras pregona las bondades del trilingüismo, introduce una cláusula adicional en el borrador de Decreto que le permite no asumir compromiso temporal alguno. Es decir, el idioma como excusa para atizar el conflicto.

Al final cabe preguntarse por los motivos del Presidente Feijoo, un político habitualmente mesurado, para abrir la caja de Pandora de los hechos simbólicos y diferenciales. No parece que se trate de mejorar la enseñanza de idiomas por cuanto hemos dicho. Ni de mejorar la convivencia educativa pues no existían conflictos notables. Ni de regresar a un consenso parlamentario que ni se intenta. Sólo desde una perspectiva electoral de corto alcance puede entenderse la medida. Se trataría de desestabilizar al socialismo gallego, que también necesita atender a su electorado centrista y urbano, presuntamente incómodo con la última regulación normativa. Pero la sorprendente manifestación del día 21, convocada precipitadamente para un día laboral y que ha concentrado a decenas de miles de personas pone de manifiesto que la percepción social es justamente de acoso y malestar por el proyecto del Presidente Feijoo.

Cabría inferir la oportunidad de intentar un nuevo consenso sobre este problema. Imposible hacerlo sobre las bases propuestas por la Xunta. Pero la posición de la RAG brinda un espacio de encuentro, al proponer el regreso al último hito donde fue posible el acuerdo. No hacerlo así y perseverar en un proyecto de Decreto que no resuelve ningun problema, crea varios y dinamita el consenso social sobre uno de los hechos diferenciales que todos los ciudadanos declaran respetar, sólo aventura deterioro de la vida política y enrarecimiento del debate social.

Es cierto que el Presidente Feijoo parece tener malos consejeros. El de educación y su equipo ya han dado muestras de incompetencia política y técnica que sonrojan. Pero en este caso parece pesar más el cálculo partidista inmediato que la visión de Estado que se le supone al máximo dirigente de una Comunidad.

El mito griego de Pandora la presenta como una creación artificial , de exterior atractivo y de interior peligroso. Una operación pérfida de Zeus que prevé la apertura de la jarra de los males para castigar a los hombres. También narra que una vez abierta, en su interior sólo quedó la Esperanza.

1 comentario:

  1. Estimado José Luis, hasta del mito de Pandora hay dos versiones y un error. El error es hablar de la caja de Pandora cuando, como bien apuntas, se trataba de una jarra o ánfora. En la primera versión, la jarra regalada por Zeus contenía todos los bienes, que, una vez abierta por Pandora, se alejaron de los hombres hacia el Olimpo, excepto la esperanza. En la segunda versión, la jarra contenía todos los males, que, una vez abierta, azotaron a una humanidad que hasta entonces disfrutaba de una convivencia armónica. En cualquier caso, la metáfora está muy bien traída para la ocasión.

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