martes, 10 de mayo de 2011

EL CADAVER DEL ENEMIGO



Se ha abierto un interesante debate sobre las condiciones en las que murió Bin Laden. Si fue en legítima defensa, si estaba desarmado o en actitud hostil. Aunque las fuentes informativas proceden exclusivamente del gobierno norteamericano, se han ofrecido suficientes matices como para suponer que existía el objetivo previo de matarlo. La intervención posterior de Obama parece corroborarlo.

Para quienes censuran esa acción habría sido deseable custodiarlo y juzgarlo, en base a la convención de derechos humanos. Es una hipótesis interesante. Dado que la acción de ataque era clandestina, se deduce que debería ser secuestrado y trasladado a otro país para juzgarlo allí. No está claro si a su país, Arabia Saudí, o al de su residencia, Pakistán. Podría haber sido Estados Unidos (¿Guantánamo?) o la Corte Internacional de La Haya. No sería la primera vez, Eichmann fue secuestrado en Buenos Aires para ser juzgado y ejecutado en Israel. Las posibles salidas jurídicas a esa situación parecen todas conflictivas.

Sin embargo parece que la actuación norteamericana ha estado presidida por una consideración distinta. Frente al ius bellum, que establece las normas a seguir en caso de conflicto bélico, reguladas mediante Convenciones, la guerra de Estados Unidos contra Al Qaeda no puede encuadrarse bajo las reglas aplicables a los conflictos entre Estados. Parece moverse en el ámbito de los nuevos conflictos: un Estado se enfrenta con una constelación de grupos unidos vagamente por un análisis común y sobre todo por el ejercicio de la violencia terrorista. Aunque en el conflicto se utilizan técnicas y equipo de guerra, en Afganistán por ejemplo, también tienen lugar acciones como la que se comentan.

¿Es posible aplicar las convenciones vigentes en una guerra de esas características?. Sin duda, algunas reglas son necesarias, para evitar, por ejemplo, el escándalo de Guantánamo, donde la tortura ha sido legalizada y los derechos humanos suspendidos sine die, creando un preocupante vacío legal. Pero ¿existe el concepto de combatiente como lo conocemos tradicionalmente?. Bin Laden probablemente no lo era, aunque en todas sus imágenes exhibía armas. ¿Debe entonces ser juzgado o bien se entiende que está en el campo de batalla ? La cadena de decisiones del Gobierno americano parece clara.

Y sobre las fotos del cadáver, el libro de Giovanni de Luna aporta suficientes argumentos contrarios así como sobre la utilización de la violencia y la muerte en el mundo contemporáneo. No es lectura para personas pusilánimes.

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