lunes, 5 de abril de 2010

XACOBEO

Asumo la discrepancia, pero lo afirmo: el Xacobeo ha sido una buena idea para Galicia, incluso, en algún momento, ha ofrecido buenos resultados. Hoy, sin embargo, parece estar en crisis de identidad. Todas las ediciones se han correspondido con gobiernos del Partido Popular, pero en 2010 parecen no tener clara su utilidad.

El Camino de Santiago mide la historia de las peregrinaciones por siglos, desde que a principios del siglo IX se inicia el fenómeno. Con el tiempo se ha constituido en uno de los grandes itinerarios de la cultura europea, en especial del románico. En torno al apóstol Santiago, mito, hagiografía y política, han proporcionado primero argamasa al proyecto de unificación de los reinos cristianos frente al Califato. Más tarde, identidad espiritual en la fe romana. Hoy, itinerario turístico de largo recorrido.

Aquí es donde la Xunta actual demuestra falta de empuje. No ha sabido integrar y jerarquizar los distintos planos de interés de la ruta, para ofrecer un producto final sobresaliente. El Camino ha quedado reducido a un itinerario de senderismo, facilitado por la red de albergues y a una oferta de espectáculos heterogénea.

No se ha aprovechado la plataforma aeronáutica de Galicia, con dos aeropuertos internacionales, Santiago y Oporto, éste con importantes conexiones transoceánicas y dos aeropuertos domésticos. Los paquetes desestacionalizados son escasos, la oferta de eventos también. El tradicional individualismo no ayuda: las ciudades están poco implicadas en las promociones de la Xunta a pesar de tener recursos propios y productos definidos.

No se ha creado un festival de trascendencia internacional que, como en Edimburgo, Aviñón o Salzburgo, sea en sí mismo un atractivo relevante. El trabajo con los mercados emisores de turismo religioso está poco desarrollado.

Tal vez, es una opinión, al Xacobeo le sobra peso institucional y le falta implicación de los operadores turísticos, hoteleros, hosteleros, comercio, transportistas, etc. que ayuden a plantear una estrategia más incisiva, más orientada a resultados, que la actual, excesivamente deudora de la publicidad institucional.

La ventaja de un destino que no es anual, que requiere menos inversiones y permite una planificación más sosegada, hasta ahora no ha sido explotada.

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