lunes, 22 de julio de 2013

PRENSA ESCRITA




Hace pocas fechas, una conocida periodista publicaba una columna sobre un dirigente socialista. Sin hechos concretos pero con  abundantes descalificaciones, dejaba entrever menosprecio, tal vez antipatía hacia el glosado, para terminar calificando su actuación de émula nada menos que  de ¡Millán Astray!, una afirmación hiperbólica que tácitamente incluía al conjunto de la organización.

Tal vez la comentarista no conozca de aquel general nada más que las anécdotas e ignore que fue el máximo exponente de la brutalidad africanista que Franco aplicaría durante la Guerra Civil, con lo que su desafortunada comparación roza el insulto pero se queda en el esperpento. En todo caso la autora se aleja de la opinión de los ciudadanos, medida sistemáticamente por el CIS.

Señala Manuel  Castells en “Comunicación y poder”, que “como los medios de comunicación desempeñan un papel en la propagación de los escándalos y la deslegitimación de las instituciones, corren el riesgo de perder su propia legitimidad ante su audiencia”. Y añade: “ las noticias negativas sobre las instituciones sociales en general pueden socavar la credibilidad en todas las instituciones, medios de comunicación incluidos”. Algo que más literariamente dice Valle Inclán en “Luces de Bohemia”, por  boca de don Filiberto, periodista: “Citaba mi definición del periodismo. ¿Ustedes la conocen? Se la diré, sin embargo. El periodista es el plumífero parlamentario. El Congreso es una gran redacción, y cada redacción, un pequeño Congreso. El periodismo es travesura, lo mismo que la política. Son el mismo círculo en diferentes espacios”.

Hoy los medios escritos se debaten por la supervivencia ante el auge la prensa electrónica. Para las generaciones más jóvenes, la batalla está decidida. Las ediciones digitales gratuitas, de los medios convencionales, de los buscadores y de otras plataformas, ofrecen la misma inmediatez y gratuidad que la radio, por ejemplo. El futuro de la prensa escrita pasa por el valor añadido que proporciona la capacidad de análisis, la elaboración de la información, el cotejo de fuentes. 

No está en crisis el periodismo, sino el modelo de negocio tradicional. Aquí surgen los dilemas. Un lector más informado, con capacidad de elección, comprará un medio escrito o se suscribirá a un medio digital de pago si ofrece información de más calidad que los medios gratuitos  y colaboraciones rigurosas que estimulen el placer de leer e informarse sin necesidad de recurrir al exabrupto o la exageración que tanta credibilidad restan. Trasladar el estilo de los tertulianos televisivos, superficial, descalificador, altisonante, un punto histriónico, a la prensa escrita, tiene efectos letales sobre su credibilidad. La dictadura de los índices de audiencia televisivos no es aplicable a la prensa escrita, deudora de otra necesidad informativa.

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