jueves, 3 de noviembre de 2011

EUROPA

La verborrea europeísta, hecha de grandes y vacuos discursos, déficit democrático y asimetrías crecientes, está contra las cuerdas. Ante la magnitud de la crisis la Unión se revela como lo que siempre ha sido, un club de Estados, atentos a los objetivos comunes siempre que éstos no contradigan los propios. Cuando el problema es muy grave, se evidencia que Alemania y en menor medida Francia o Reino Unido, éste fuera del euro, son las potencias dominantes y el resto, el coro necesario. El Parlamento europeo, la Comisión, la burocracia comunitaria, ni están ni se les necesita.

Ha bastado que un pequeño y acorralado país, Grecia, haya recordado que los ciudadanos están furiosos y en las calles, siendo necesario consultarlos, para que el pánico cunda en las cancillerías. Qué barbaridad, se dicen unos a otros, que por haber inventado la democracia se crean obligados a practicarla.

Y así va la nave económica. Quienes permitieron la desregulación de la economía, dictan ahora las normas. No para encarcelar a los administradores irresponsables, ni para disciplinar a los llamados mercados, sino para obtener ventaja. Bancos alemanes llevan semanas deshaciendo sus posiciones en Grecia y cuando han terminado, aprueban una quita. Bancos españoles que pasaban por allí pero no tenían mayor riesgo, reciben un castigo. ¿Libre mercado o ley de la selva?

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