En cuanto a las cifras relativas, con el paro
afectando a la cuarta parte de las personas activas, se restringen
becas y ayudas, se implantan tasas por los servicios educativos y en
el acceso a la universidad. Toda una definición ideológica del
gobierno actual.
Desde los albores de la España moderna, los
conservadores han fracasado en la política educativa, hasta tal
punto que es uno de los rasgos diferenciadores con los conservadores
europeos. Desde las Cortes de Cádiz, liberales, moderados,
progresistas, republicanos y socialistas, se han turnado en la
política educativa impulsando la igualdad en la enseñanza, la
escolarización universal y gratuita, la pedagogía moderna, la
participación. Siempre que los conservadores han gobernado, se han
verificado retrocesos. Las derechas españolas nunca han confiado en
la educación como mecanismo de movilidad social y de aprovechamiento
colectivo de las capacidades individuales.
De ahí los profundos desencuentros tanto en la
Segunda República como en el debate de la actual Constitución. Y de
ahí también los incesantes cambios durante treinta años en las
normas básicas del sistema educativo. A pesar de las concesiones
históricas de la izquierda: enseñanza concertada, acuerdos con la
Santa Sede, profesorado de religión, etc.
En España se inicia con el Plan de
Estabilización de 1959, un proceso de creación y consolidación de
las clases medias. Esos sectores desarrollaron un fuerte sentimiento
meritocrático, fiando a la educación de sus hijos las oportunidades
de movilidad social. Tendencia que se desarrolló ampliamente durante
los gobiernos de Felipe González, que registraron una auténtica
explosión universitaria, en estudiantes, facultades y recursos, que
aún perdura. De forma definitiva, se alcanzaron los estándares de la
Europa desarrollada. Paralelamente se rompía la visión dual de los
conservadores, que limitaba el horizonte de las familias de menos
recursos a las tareas de menor cualificación. Por primera vez en la
historia, el estudio no era función del origen social.
Hoy, la visión anticuada del Partido Popular en
política educativa, dificulta el futuro. Hemos asistido a debates
tan estériles como la asignatura de Educación para la Convivencia,
verdadera cortina de humo para evitar los debates de fondo:
resultados, autonomía de los centros de enseñanza, recursos
económicos y humanos, programas de compensación, participación,
igualdad de oportunidades,movilidad social e igualación de
oportunidades.
El auténtico debate político, se da en los
presupuestos. Cuando se opta por recortar en aquello que nos iguala y
sobre lo que se construye el futuro, las consecuencias permanecerán
mucho tiempo. Recortar en universidades, enseñanzas obligatorias,
formación profesional, investigación, tiene consecuencias que duran
generaciones, como advierten todos los expertos. Y no habrá una
economía diferente a la del ladrillo, sin una base formativa mucho
mejor de la que tenemos. Aquí coinciden todos los economistas.
Alguien podría pensar que los conservadores han
privilegiado la libertad frente a la igualdad en su discurso
político. Pero, en España, ¡ay!, las libertades democráticas y
los derechos civiles también han sido defendidos, impulsados y
desarrollados por la izquierda.
Rajoy, Feijoo, Fabra, Aguirre, deberían aprender
de otros modelos. Si su desconocimiento del inglés les impide
enterarse de lo que ocurre fuera, podrían estudiar las políticas
del PNV, tan conservador como europeista, para descubrir que es
posible cambiar el modelo productivo, impulsando el conocimiento y la
innovación. Sus indicadores, son un ejemplo de éxito y el fruto de
políticas de largo plazo. Con las de Wert y sus colegas de gabinete,
con el cortoplacismo como norte, solo es posible un debate crispado
sobre símbolos, unidades y rupturas.
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