Así se titula una interesante película francesa que estos dias asoma a nuestras pantallas. Narra, en clave de comedia negra, la vida laboral de un ministro francés.Lo que la hace interesante, es la evidencia de una rutina laboral que escapa al control de cualquier persona, presidida por la necesidad de ofrecer una imagen, un discurso a los medios, y a través de éstos al público, y que está dominada por un ritmo de acontecimientos sobre los que es imposible ejercer control.
Entre la vulgaridad cotidiana y la ambición desmedida, transcurre la vida de un fiel servidor de la vida pública, dispuesto a sacrificar a cualquier colaborador, a cambiar de alianzas, a dar la vuelta a su discurso e incluso a sus convicciones, pero siempre al servicio del mayor poder.Que la película prescinda de cualquier aproximación ideológica y se centre en el enunciado de su título, el ejercicio del poder, es de agradecer. Así, sin discursos, nin grandes palabras, la fuerza de los hechos cotidianos se empeña en dibujar un programa político, alejado de la teoría.
Es interesante reseñar la aproximación a los conflictos de intereses y también de lealtades, siempre resueltos en el altar del poder, no de los objetivos, ni de las convicciones. Como alguno de los personajes observa, el ejercicio del poder se ha vaciado de contenido, se lleva a cabo aunque exista la convicción de que nada relevante se puede hacer.
Recomendable para quienes desean interpretar el contenido último de la política. Se advierte que puede herir sensibilidades.
No hay comentarios:
Publicar un comentario