La concesión del Premio Príncipe de Asturias a Martha Nussbaum, es una oportunidad para releer sus obras. La que aquí se comenta, "Sin fines de lucro. Por qué la democracia necesita de las humanidades", contiene en su título un verdadero manifiesto. De hecho así lo asume la propia autora, defendiendo que sólo una visión del mundo impregnada por el debate de ideas, la confrontación de propuestas, transmitidas a través de los contenidos de la historia de la cultura, puede librarnos de la deriva autoritaria de nuestras sociedades.
- La experiencia de Estados Unidos, analizada con detalle, y confrontada con la de un entorno totalmente distinto como es India, le permite a la autora revisar los principales argumentos de política educativa. También para reivindicar el valor de la pedagogía socrática, la enseñanza de las artes y de la literatura, los valores morales y en suma, reclamarse heredera de Dewey, el gran pedagogo norteamericano y al tiempo impulsor de la idea democrática a través de la pedagogía.
- Nussbaum en nuestro país probablemente no sería comprendida. El grado de confusión en el que se mueve la política educativa no permite análisis como los que aquí se defienden.Cuando las posiciones oscilan entre los recortes presupuestarios y los resultados del informe PISA, no queda mucho espacio para el análisis de los fines de la educación.
- La visión economicista de la sociedad, empuja a las humanidades hacia la marginación. Los argumentos: estudios no utilitarios, costes no justificados por los resultados, irrelevancia en la producción de bienes y servicios, etc. Se olvida que la comprensión del mundo, la capacidad de dialogar, los intercambios creativos, el patrimonio común de ideas y creencias, se sustentan en cosmovisiones, a su vez dependientes de las humanidades.
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