Hoy su aserto parece cierto. La mentira abierta, la verdad a medias, el engaño adornado, todas las formas espúreas están presentes en el delicado momento actual de España. Gobiernos que hacen lo contrario de lo que prometieron, engaños en las cuentas públicas, en las cuentas de las empresas, en los contratos con particulares, la Xunta rechazando facturas y certificaciones para cuadrar las cuentas, los ayuntamientos aflorando miles de facturas ocultas...El patio de Monipodio a escala nacional.
Repasemos lo último: Bankia reformula sus cuentas, con una desviación de miles de millones de euros, las Comunidades de Madrid y Valencia presentan desviaciones en cifras igualmente escandalosas, los afectados por las participaciones preferentes, sólo en Galicia suman 43.000,el Presidente del Consejo General del Poder Judicial abusa de sus privilegios, el Gobierno contrata a dos empresas con lamentables antecedentes para supervisar la banca, etc.
No son los únicos casos. Grecia falsificó las cuentas públicas para acceder al euro y ahora sufre las consecuencias.Islandia generó una deuda imposible a costa de una riqueza general insostenible. Pero no parece un consuelo fácil. Mientras, todos los bancos españoles son progresivamente descalificados y la Unión Europea acusa la falta de credibilidad de España como país y de sus diferentes instituciones. Parece difícil estar peor. Y nada es descartable.
Las soluciones no las ofrecerán quienes son beneficiados por el actual sistema. Necesitamos más exigencia moral en todos los niveles, más transparencia en las actuaciones y sobre todo responsabilidad para explicar la verdad. Y un opinión pública que no transija ante tanta impunidad.
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