El resultado electoral
es simétrico. La derecha (PP+ Ciudadanos) obtiene 163 escaños y la
izquierda (PSOE+ Podemos en coalición con varios grupos+ UP) obtiene
161. Los nacionalistas 26 (soberanistas catalanes, PNV, Bildu y CC).
Esas formaciones aún se fragmentarán más en el Congreso pues
Mareas aspira a grupo propio y algun otro partido también.
Las negociaciones
previsiblemente serán largas y complicadas. Los acuerdos
probablemente inestables. En esas condiciones el programa de gobierno
quedará muy acotado a determinados temas sobre los que pueda
construirse un consenso, descartando aquellos que sean fuente de
tensión permanente. No por obvio debe olvidarse que tan importante
como elegir Presidente es disponer de un programa de gobierno
suficientemente respaldado y útil para los problemas existentes.
A priori el PP tiene
más difícil lograr una mayoría pues dependerá de la posición de
los soberanistas catalanes, hoy hostiles, o del PSOE, nada
interesado. Éste puede articular con más facilidad una mayoría,
positiva o por abstención. Paradójicamente, bajando en votos
mejora en capacidad de gobierno. Por otra parte el PP tendrá mayoría
absoluta en el Senado que no le facilita gobernar pero si
obstaculizar a otro gobierno.
En Galicia el PP pierde
la mayoría absoluta en beneficio de En Marea, relegando al PSOE a
tercera posición en votos aunque igualados en escaños. Más
significativo es el resultado en las ciudades, rotundo a favor del
nuevo grupo.
Un escenario tan
complicado debería recuperar el valor de la política de acuerdos y
transacciones. La alternativa es instalarse en la inestabilidad o,
peor todavía, en la fractura. Los últimos años han sido muy
crispados pero una democracia madura debe ser capaz de manejar la
nueva situación en sentido constructivo.
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