Porque digámoslo claramente, sólo podría firmarse un acuerdo global sobre educación ( o sobre sanidad, vivienda, urbanismo, etc) si la oferta del gobierno es similar a las propuestas de la oposición, algo inimaginable, o si ésta impone su programa, aún menos comprensible.
Porque los grandes pactos son retórica política que el gobierno propone a la oposición para que ésta los rechace. Y ello no impide acuerdos concretos en momentos de encallamiento de la acción política, sobre principios o líneas generales. Por eso la entrevista de Rajoy con Zapatero ha sido un éxito, porque lejos de la grandilocuencia de la crisis, se ha centrado en dos actos acotados, la crisis de Grecia y el desbloqueo en el proceso de concentración de las Cajas de Ahorros. Las decisiones las adoptará el Gobierno, pero ha conseguido, por las noticias publicadas, una coincidencia en dos objetivos importantes cuyas consecuencias en todo caso deberá asumir el siguiente Gobierno.
La democracia no persigue que unos y otros defiendan lo mismo, sino expresar claramente las diferentes posiciones y que el cuerpo electoral elija.
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