Khaled Khalifa, escritor sirio, está en España presentando su libro "Elogio del odio". Muestra las consecuencias de los malos tratos como activista político. Pero lo que cuenta en la entrevista,
La literatura no es un tribunal, es espeluznante. La soledad de quienes se levantan contra la dictadura ante la indiferencia internacional, más o menos velada con acciones diplomáticas. Cuando hasta los observadores internacionales deciden irse por la inestabilidad, son los ciudadanos sirios quienes mantienen viva la revuelta frente a un régimen opresor de cuya dureza da cuenta la novela citada. Anotemos que los muertos se cuentan ya por miles y que el país se encamina a la guerra civil.
No es una obra fácil. La vida durante varias décadas a través de los monólogos de cuatro mujeres. Sentimientos, represión, política, radicalismo islámico, afloran en una narración hermosa, también cruel. El título es ya expresivo. Pero a través de sus páginas el odio, como impulso de supervivencia, muestra su faceta más destructiva de las personas y también su inutilidad. Aunque no es imprescindible, el contexto histórico está presente: la eterna y corrupta dictadura siria, la rebelión islamista, la guerra de Afganistán.
La entrevista y la novela nos recuerdan que en otras sociedades los derechos son una entelequia y la disidencia es un grave riesgo. También la degradación moral de quienes sirven a un régimen basado en el terror.
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