martes, 13 de marzo de 2012

IDUS DE MARZO

Clooney dirige, interpreta y es coguionista de una película reciente con ese título. Se trata de la adaptación de una novela que, aludiendo simultáneamente a las elecciones primarias americanas y al asesinato de Julio César, vuelve su mirada sobre la política americana.

Pero la película, áspera y por momentos morosa, trata un problema general. La sima existente entre las grandes palabras del discurso político, valores, fines, objetivos y la deleznable práctica de la misma. Cabildeos, trueque de favores, desprestigio interesado de las personas, maniobras inconfesables, mercadeo de votos y apoyos, etc. Todo aquello que sabemos de la condición humana y que es utilizado sin rubor para ganar posiciones.

La película no hace valoraciones morales, solo constata lo obvio: no es posible sustraerse a esa condición. La coincidencia del estreno con varios congresos de partidos políticos y elecciones, añade visibilidad a los problemas narrados visualmente. Alianzas sorprendentes, traiciones inesperadas, cabildeo, cambios de bando, pomposas declaraciones, acuerdos en la sombra, etc, configuran la realidad de la práctica política. No es extraño el escepticismo de los ciudadanos que en la película encarnan los periodistas.

La pregunta pertinente es si en el momento actual de la evolución de la sociedad, es posible una forma más moderna, transparente y sencilla, de dirigir los asuntos públicos. ¿Es inevitable un modelo tan ferozmente cuestionado por los ciudadanos como nos recuerdan las encuestas del CIS?

Por poner un ejemplo concreto: ¿no es posible abordar el fenómeno de la corrupción, tan presente en nuestra sociedad?. Aunque sea doloroso reconocerlo lo cierto es que hoy no existe conciencia política de la dimensión de ese problema, sobre el que diariamente se publican numerosas informaciones en todo el país. Y sin conciencia crítica, sin que ese problema ocupe el lugar adecuado en la agenda pública, no es posible un cambio de actitudes.

Frente a la grandilocuencia de las grandes palabras aceptemos la contundencia de los hechos y adoptemos las medidas reformistas bien fundamentadas.

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