En una sorprendente muestra de eficacia las personas instaladas en la Puerta del Sol han concluido un manifiesto de cuatro puntos o reivindicaciones, todos ligados a la política. Frente a los primeros y extensos listados de puntos heterogéneos, la última redacción (véase en EL PAIS) es coherente y además viable. La reforma de la ley electoral, la lucha contra la corrupción, la separación de poderes y el control de los políticos, son propuestas necesarias y asumibles. Desarrollarlas exigirá elegir entre varias opciones posibles para cada una de ellas, pero ese será el debate político en su momento.
Si existe la capacidad para aceptarlas, integrarlas, desarrollarlas y elevarlas a norma legal, un movimiento casi espontáneo habrá logrado objetivos extraordinarios y al tiempo legitimará las reformas.
Aunque sólo consigan a corto plazo introducir en la agenda política la necesidad de esas reformas, la influencia habrá sido manifiesta. Porque indica un elevado grado de consenso en torno a problemas ya identificados en el debate político pero sobre los cuales parece existir preocupación importante en la opinión pública. Además cabe interpretar que los manifestantes no abominan de la política, sino que reclaman otra forma más próxima y transparente de ejercerla.